DONDE LAS CALLES NO TIENEN NOMBRE

TIEMPOS REVUELTOSLOS PADRES DEL FESTIVAL DE JEREZ

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En este país somos muy dados a ensalzar a una persona, cubrirla de elogios, dedicarle homenajes y casi elevarla a los altares, siempre y cuando el susodicho o susodicha la haya espichado convenientemente. Reconocerle la valía a la gente en vida es como los iglús o los barcos vikingos, muy poco español. Hoy contraviniendo esta máxima y con el permiso del respetable me gustaría hacer uso de la gacetilla que amable e inconscientemente me cede este periódico para ponerle nombre y apellidos a lo que ya se ha convertido en un evento de éxito a nivel mundial, el Festival de Jerez. Porque el Festival tiene su padre, su madre y algún que otro tío generoso de los que sólo ves una vez al año pero siempre tiene un buen regalo para ti. El papá de la criatura, ideólogo e impulsor desde el minuto uno se llama Francisco López. Recuerdo a la perfección cuando Pacheco lo presentó como el elegido para dirigir el nuevo Teatro Villamarta. Procedía del Gran Teatro de Córdoba, era un gran desconocido para Jerez y tuvo un recibimiento tibio e incluso crítico en algunos momentos. Paco, sin embargo, no necesitó mucho tiempo para demostrar que manejaba perfectamente lo que tenía entre manos. Supongo que se sorprendería de que una ciudad que se las da de ser la cuna del flamenco, apenas tuviese una programación al respecto -salvando el esfuerzo más o menos modesto de las peñas- y entonces se sacó de la chistera el Festival de Jerez, un evento dedicado al baile flamenco, una parcela que nadie estaba ocupando hasta ese momento y con la que se garantizaba, además, una proyección internacional importante. El pasado viernes el Ballet Flamenco de Andalucía levantó con el estreno de su espectáculo 'Metáfora' el telón de la XVI edición del Festival de Jerez. Y, en efecto, podemos constatar que dieciséis años después se han alcanzado muchas de las metas que Paco López y su equipo se pusieron en un principio. Hoy los principales artistas del panorama flamenco se dan codazos por estar presentes en el festival jerezano y el evento se ha colocado en primera línea junto a la Bienal de Flamenco de Sevilla como el marco perfecto para los estrenos de las más importantes compañías.

Y si Paco es el padre no cabe duda de que la madre se llama Isamay Benavente, la actual y abnegada directora del Teatro Villamarta. Como si de un equipo olímpico de relevos se tratase, Isamay ha sabido mantener la velocidad de crucero y ha contribuido con su trabajo y conocimientos a que el Festival siga creciendo, evolucione, no se estanque. El papel de Isamay es aún más complicado si tenemos en cuenta una particularidad, en estos años no hay tanta alegría presupuestaria como antes y hay que buscar el dinero hasta debajo de las piedras. Porque no se puede dejar morir un festival como el de Jerez, que, además de su innegable categoría artística, trae consigo un impacto económico evidente en la maltrecha economía local. Hoteles, bares, restaurantes, tiendas de moda y nuestra pequeña industria del flamenco son los grandes beneficiados de un ciclo que arrastra a Jerez a cientos de aficionados y cursillistas procedentes de Japón y del resto del mundo. Turismo cultural que viene a gastarse las perras aquí y que se quedaría alucinado con la ruidosa protesta que protagonizó el viernes a las puertas del Villamarta, casi en el lobby del teatro, el Sindicato Independiente de Policía. No cabe duda de que tienen todo el derecho a protestar del mundo. Trabajan y no cobran. Hasta ahí de acuerdo, aunque quizá no deberíamos tirar piedras sobre nuestro propio tejado, y no boicotear uno de los pocos eventos que alimenta económicamente a esta ciudad que se muere de hambre. En definitiva, hoy lo que yo quería era quitarme el sombrero ante Paco, Isamay y sus equipos, los padres de esta criatura. Los tíos generosos de los que hablaba antes son el Ayuntamiento, la Junta y el Ministerio, que ponen la financiación. Pero dinero es solo dinero. Podría buscarse de otro lado. Sin embargo, un festival como este no sobreviviría s sin los padres que ha tenido. Enhorabuena porque estoy convencido de que la decimosexta edición también será un éxito.