LOBBY GADITANO
Actualizado: GuardarLa campaña para las autonómicas está a punto de comenzar. Se trata de unas elecciones cruciales, pero nunca parecieron importar menos. La sensación ciudadana de desazón, miedo, desesperanza posterga cualquier debate. El descrédito de la política es tal que no encuentra eco ningún discurso. Su lugar lo va ocupando la ira. La de quienes no tienen nada que perder y la de los que quieren conservar a toda costa su status.
La gran cuestión se encierra ahora en los próximos Presupuestos Generales del Estado, cuya elaboración Europa urge y Rajoy aplaza hasta después de las elecciones andaluzas. No sé si el retraso no incrementa esa expectativa del gran dolor y los sacrificios cruentos que se prevén, ni si la incógnita puede tener un coste electoral mayor que conocer los números y las decisiones por derecho antes de las urnas. Si no se hace debe ser que es mejor, sin duda. La estrategia del PP se ha revelado de la máxima eficacia, aunque hay que reconocer cuánto le ha ayudado el PSOE, con sus errores y fracasos. El retraso, con todo, quizá no venga mal para arañar tiempo y hacer valer ante el Gobierno la urgente necesidad de atender las necesidades de esta parte de España en la que vivimos. Como hacen los sectores ante la Comisión Europea, es preciso un lobby potente que medre en los salones de la Moncloa y logre alguna cláusula de excepcionalidad para hacer frente a una realidad lacerante: la de una provincia atascada, con una tasa de paro insostenible, cuyo reloj retrocede en el tiempo para ver cómo desaparece la efímera ilusión de bienestar. Los políticos gaditanos, que hacen de nuestros problemas su oficio, tienen la ocasión de lucirse. Para empezar, con el Bicentenario, donde no se ocultan las dificultades para conseguir la prometida partida extra que permita al menos salvar medio año. En esta defensa de los intereses gaditanos estamos todos detrás, dispuestos a apoyar. Es tiempo de dar la batalla y no de confrontaciones inútiles.