Guerra religiosa contra los privilegios alauíes
Actualizado: GuardarLa guerra religiosa llama a las puertas de Siria. Como ya ocurrió en los vecinos Líbano e Irak, el factor religioso se abre su propio camino dentro de la oleada de protestas sociales contra el régimen que empezó en marzo. Por un lado están las peticiones populares de democracia, libertad y derechos humanos; por otro, el deseo de poner fin a cuatro décadas de privilegios para los alauíes. Representan apenas entre el 12 y el 15% de los 24 millones de sirios, pero desde 1971 controlan el país. La llegada al poder de Hafez el-Asad, padre del actual presidente, marcó el ascenso a los puestos clave del régimen y del partido Baaz de miembros de esta confesión, que hoy lideran las fuerzas del orden, la inteligencia ('mujabarat') y los 'shahiba' (matones) encargadas de la represión.
Los últimos 40 años han supuesto una especie de paréntesis para los alauíes (antiguamente nusairis, y sin relación con la dinastía homónima marroquí), que han dejado atrás una historia marcada por la persecución y el sometimiento a la gran mayoría suní, entre el 70% y el 75% de la población actualmente. Su creencia mezcla valores del cristianismo y, sobre todo, del chiismo, para conformar una religión marcada por el secretismo a la que muchos expertos del islam califican de herejía.
Fomento de la pobreza
No tienen mezquitas, rezan en casas privadas organizando una especie de misa con ayuda de pan y vino, respetan fiestas musulmanas como el 'Id al-Fitur', pero no respetan el ayuno del Ramadán, tampoco peregrinan a la Meca, combinan el respeto a la 'ashura' chií -martirio del Imam Husein en Kárbala, actual Irak- con la celebración del año nuevo persa y las Navidades cristianas. «Una mezcla de tradiciones antiguas que se han conservado gracias a su vida en las montañas, en zonas donde han vivido alejados de los cambios y donde han transmitido su libro secreto ('Kitab al-Majmu') de generación en generación», opina un intelectual sirio que pide mantener el anonimato al tratar uno de los temas más sensibles del país.
Un líder suní consultado acusa directamente al régimen de «usar a los alauíes para su propio beneficio. La mayor parte de ellos vive en condiciones de extrema pobreza en aldeas perdidas, algo que las autoridades fomentan para ofrecerles luego trabajo en la ciudades y tener garantizada su fidelidad». Son los montes próximos a Latakia y Tartus, los mismos de donde es originaria la tribu Matawira -a la que pertenecen los El-Asad- y en los que, según la oposición, se han repartido armas para la autodefensa ante el temor de ataques de grupos suníes. Cada día los medios oficiales informan de atentados, secuestros y agresiones sufridas por vecinos que viven en esa zona.
La excesiva identificación con el régimen llevó a un centenar de alauíes a presentar un documento a mediados de enero para aclarar que una parte de la comunidad no compartía la política represora de las autoridades. Un esfuerzo complicado ante una mayoría de la población que se siente víctima de la discriminación positiva hacia este grupo.