Urdangarin mira al cielo mientras realiza el paseíllo, camino del juzgado. :: EFE
ESPAÑA

URDANGARIN CULPA A SU EXSOCIO

Atribuyó la responsabilidad de posibles adjudicaciones públicas a dedo a los expresidentes Matas y Camps y a Rita BarberáEl duque asegura al juez que nunca se ocupó de la administración y desliga a la infanta de la gestión de Nóos

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Una y otra vez, el nombre de Diego Torres como único responsable. Iñaki Urdangarin durante más de ocho horas se esmeró en presentarse ante el juez como una víctima de su exsocio, al que prácticamente culpó de haberle embarcado sin saberlo en la trama societaria que tenía la Fundación Nóos para desviar dinero público a sus bolsillos privados.

El juez José Castró no logró que moviese un ápice de su férrea línea de defensa en su primer día de interrogatorio como imputado en los juzgados de Palma, que continúa hoy. Su tesis: él era un exdeportista novato en los negocios que cayó en las redes de Torres, quien realmente se ocupaba de las cuentas del supuesto instituto sin ánimo de lucro del que salieron no menos de 5,8 millones de dinero público a las cuentas personales del duque y su examigo.

Desde el principio, Urdangarin quiso dejar claro que ni «administraba» ni «hacía facturas» en Nóos. Él se limitaba a poner la imagen y sus conocimientos sobre deporte y patrocinio. Nada de números ni de dirigir a medias el instituto bajo sospecha. Justo lo contrario de lo que testificó Torres ante la Policía y todos los empleados y administradores que han declarado en este proceso, que apuntan a que el duque estaba al tanto de todo lo que ocurría en la fundación y que su función era tan ejecutiva como la de su examigo.

Tampoco se responsabilizó de la galaxia de empresas fantasmas usadas para vaciar Nóos. Insistió en que era «socio» (casi a título decorativo) de algunas de estas firmas, pero solo administrador de la inmobiliaria Aizoon, que según él sí que hizo trabajos reales para Nóos y que por eso facturó. Arguyó que no estaba al tanto de si el resto de las mercantiles trabajaban para el instituto. Nada que ver por tanto con las empresas que están en el tronco del desvío de dinero como Bufete Tejeiro, Virtual Estrategies, Intuit o Shiriaimasu. Y tampoco, según su declaración, con 'De Goes Center for Stakeholder Management', firma con base en Barcelona y Londres que, según la investigación, Urdangarin y Torres crearon en 2006 -tras la salida del duque de Nóos- para tratar de evadir unos 5 millones de euros a Belice usando una ONG para niños discapacitados. No obstante, el asunto del envío de dinero al extranjero apenas se tocó en este primer día de declaraciones.

«Pétreo como una roca», según algún abogado que acudió a la declaración. Cuando alguna pregunta sobre ese enjambre de empresas usadas para llevarse el dinero de los gobiernos valenciano y balear le ponía contra las cuerdas, la respuesta siempre era una evasiva. «No sé», «ni idea» o la más recurrente «eso debería preguntárselo al administrador, a Diego Torres». En cualquier caso, fueron pocas preguntas las que dejó sin respuesta.

La misma solidez mostró para alejar a su esposa del 'caso Nóos'. Fue el propio Castro el que sacó a colación el nombre de la infanta en, al menos, dos ocasiones. La primera para recordarle que ella era miembro de la cúpula dirigente (vocal) de Nóos, la misma a la que él culpaba de ocuparse de las decisiones económicas que decía ignorar. La segunda fue una pregunta sobre un folleto del instituto en el que se anunciaba la presencia en su patronato del propio Urdangarin, de Cristina y del secretario de las infantas, Carlos García Revenga. La respuesta del imputado fue siempre la misma: la presencia de la infanta como vocal de Nóos era «puramente testimonial». El yerno del Rey también tuvo que responder a por qué hizo a sus dos hijos mayores, entonces párvulos, accionistas de la firma Namasté. Su respuesta fue que le «hacía ilusión tener una empresa familiar».

Órdenes de Zarzuela

Y más sobre la Casa Real. Reconoció que fue Zarzuela la que en marzo de 2006 le ordenó romper con Nóos al saber de los contratos millonarios con los gobiernos de Baleares y Valencia para las reuniones deportivas internacionales. Según el declarante, hizo caso al Rey y desde entonces rompió amarras con Torres, una versión que las investigaciones aparentemente desmienten.

También en esas adjudicaciones -2,6 millones en las islas y 3,1 en Valencia- el duque echó balones fuera. Señaló directamente a los entonces responsables de las administraciones contratantes -los presidentes autonómicos Jaume Matas y Francisco Camps y la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá- por haber usado la figura del convenio -secreto en el caso de Baleares- y no del concurso público. En cualquier caso, insistió, él estaba al margen de esos asuntos, que eran competencia de Torres, y dio por sentado que todo era perfectamente legal. En el caso de otros contratos públicos o propuestas de concursos ficticios negó que la firma fuera la suya e, incluso, apuntó que estaba falsificada.

No negó que fue Barberá quien le facilitó las cosas en la Comunidad Valenciana, presentándole a Camps. Tres días después de su encuentro con los dos Nóos se llevó la organización del 'Valencia Summit', según confesó ayer. Tampoco negó que se le abrieran las puertas en Baleares tras un partido de pádel en el palacio de Marivent con el presidente Matas y el entonces director general de Deportes, 'Pepote' Ballester, en 2003. Allí se cerró el negocio de 300.000 euros para patrocinar al entonces equipo ciclista Banesto y hacer el seguimiento de prensa. También dijo que él no se ocupó en ningún momento de la gestión administrativa de ese contrato.

La declaración del marido de la infanta fue detallada, hasta el punto de que en este primer día de interrogatorios solo intervino el juez, que no llegó ni siquiera a terminar su batería de cuestiones. En el tintero, entre otras cuestiones, quedaron los paraísos fiscales. Hoy se reanuda la sesión a las nueve y media con el resto de la partes.