Rajoy prepara al PP para «aceptar» los «nuevos sacrificios» que habrá que hacer
Anuncia en el cierre del XVII Congreso de su partido más medidas de ajuste porque la crisis se va a profundizar
Actualizado: GuardarMariano Rajoy intentó, sin mucho éxito, rebajar el clima de euforia que ha presidido el XVII Congreso Nacional del PP con un crudo discurso de clausura en el que explicó que la crisis aún no ha tocado fondo y queda «un duro camino» en el que habrá que pedir a los ciudadanos más «sacrificios».
El Gobierno, explicó el líder del PP a los cerca de 3.000 compromisarios, centra sus esfuerzos en «lograr que las cosas dejen de ir a peor». La recuperación, dijo, no llegará a corto plazo y serán necesarios «nuevos» ajustes. Rajoy no concretó las futuras medidas ni los plazos para su aplicación, aunque el jefe del Ejecutivo es consciente de que para cumplir el compromiso de reducir el déficit público hasta el 4,4% a finales de año deberá recortar el gasto en torno a los 40.000 millones de euros.
Y cada vez tiene menos margen. La Unión Europea apremia al Ejecutivo a presentar de una vez los Presupuestos para 2012. Rajoy, por ahora, se resiste. Las cuentas del Estado desvelarán dónde va a meter de nuevo la tijera el presidente del Gobierno tras decretar el 30 de diciembre un acuerdo de no disponibilidad de más de 9.000 millones de euros y medidas adicionales como las subidas del IRPF y del IBI.
Rajoy, en presencia de los ministros, presidentes autonómicos y alcaldes desplazados a Sevilla, pero sobre todo, delante de Javier Arenas, que el 25 de marzo se juega la Presidencia de la Junta de Andalucía, advirtió de que los problemas son tan «extraordinariamente graves» que requerirán «un duro» esfuerzo que, según Rajoy, siempre será «muchísimo menos duro» que no hacer nada y continuar «como estábamos, o como podíamos llegar a estar».
Al PP le toca ahora, según su líder, «aceptar y defender» este segundo plan de ajuste. Prometió, eso sí, encararlo con «sensatez» para que ningún sacrificio se malgaste, y con «justicia» para que su peso no recaiga sobre los más débiles.
Rajoy evitó dulcificar la realidad. «Soy muy mayor para hablar de brotes verdes», apostilló con sarcasmo en alusión al término que acuñó la exvicepresidenta Elena Salgado para intentar mostrar un panorama más esperanzador. La esperanza en sí misma, subrayó, es un «carburante muy flojo» para lo que España necesita.
La salida
Rajoy reclamó una especie de acto de fe a los ciudadanos. «No es que los españoles vean ahora la salida, nadie puede verla todavía; la diferencia es que ahora creen que existe una salida, que podemos alcanzarla y merece la pena el esfuerzo». Intentó además anticiparse a las críticas de la oposición o de los sindicatos. «Algunos dirán, de hecho ya lo dicen, que las cosas siguen así porque no acertamos con las medidas; nos lo dirán a sabiendas de que no es cierto». Pidió asimismo más tiempo para que las decisiones que ha adoptado en las siete semanas que llevan al frente del Ejecutivo den frutos, aunque no cuantificó de qué plazos hablaba.
Rajoy abrió una ventana, más bien una rendija, para dejar pasar la luz. De hecho, recurrió a la meteorología para explicar qué ha cambiado desde que ganó en al socialista Alfredo Pérez Rubalcaba. «Es como si se hubiera disipado la niebla que envolvía los problemas», dijo, pero reconoció a renglón seguido que las dificultades son «las mismas o mayores» que cuando gobernaban los socialistas. Lo positivo, a su juicio, es que ha desaparecido la indefinición. «Sabemos ya cuales son las dimensiones del desafío, el tamaño del agujero, y cuál debe ser la hondura de nuestra respuesta», remachó.
Sin querellas internas
El cónclave del PP, por lo demás, fue un canto a la unidad. Una cohesión que tanto Rajoy como Dolores de Cospedal han querido poner en valor durante los tres días de congreso. El líder popular, no obstante, sabe que hay dirigentes que dejan Sevilla con sus aspiraciones frustradas por su elección de los miembros del comité ejecutivo. El líder se desentendió de lo que considera batallitas sin trascendencia. Lo importante era trasladar la calma que vive el PP como contraposición a la división que sufre el PSOE.
Rajoy enfatizó que el congreso del PP no se ideó para resolver «querellas internas porque no las tenemos». Añadió que los populares, a diferencia de los socialistas, tampoco «hemos venido a preguntarnos por nuestra razón de ser porque la hayamos extraviado; ni a improvisar algunas ideas de recambio porque se nos hayan gastado las anteriores». Esos problemas, remató, quedan para el PSOE.