Sociedad

Una Historia de portada

Fermín Vílchez hila los hitos más relevantes de 200 años de vida española a través de las primeras páginas de los periódicos Un libro recopila por primera vez la evolución gráfica de la prensa desde el siglo XVIII hasta 1976

MADRID. Actualizado: Guardar
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De cuatro páginas, tamaño cuartilla y por tres pesetas de suscripción mensual en el siglo XVIII. Sin secciones hasta que El Heraldo de Madrid inaugurase la idea en 1842. Y sin ilustraciones de forma habitual hasta 1866, cuando Los Sucesos incluyó grabados para contar mejor sus historias. Así eran los primeros periódicos españoles, cuando los preludios del cuarto poder estaban repletos de artesanía y oficio. Algo que ahora, en tiempos de inmediatez digital, cuanto menos sorprende.

Fermín Vílchez de Arribas (Pedro Martínez, Granada, 1949), periodista con toda una vida de experiencia y especializado en el diseño y confección de publicaciones, ha hurgado en las hemerotecas durante 12 años de su vida para presentar estas y otras curiosidades de la historia gráfica de la prensa en un libro donde recopila cerca de 400 portadas. Un muestrario de auténticas joyas que habla de cómo se concebían los periódicos desde que en 1758 naciese el primero -con errata incluida en portada- a 1976, con la aparición de El País. Eso sí, como los diarios y la Historia están ligados inevitablemente, la recopilación constituye a la vez otra forma de contar la vida española en el citado periodo.

Otra forma de contar

Tal y como señala su autor, esta forma de contar la historia, la del día a día, a través de primeras planas, era inédita hasta el momento. «Las portadas de los periódicos seleccionados reflejan los hechos principales ocurridos durante siglos. Así, el lector puede conocer de forma diferente y atractiva los hitos que marcaron nuestra historia», apunta Vílchez.

En ese recorrido por la historia, la obra -publicada por la editorial RBA- descubre que hasta 1867 no había periódicos impresos en rotativa. El Imparcial, presidido por Eduardo Gasset y Artime, fue el primero en disponer de la citada máquina y de linotipia. Aunque su mayor acierto, sostiene Vílchez, fue conceder a las informaciones de todo género tanta importancia como a las políticas. Durante el siglo XIX la prensa creció, sobre todo, en cantidad. Cantidad de cabeceras y cantidad de papel. La profusión de información, la aparición de ilustraciones y la irrupción de las agencias de noticias obligaron a ampliar número de páginas y a apostar por el conocido como 'tamaño sábana'.

Años de expansión

Aquellos años florecientes dieron frutos que aún hoy perduran, como El Comercio de Gijón (fundado en 1878), La Voz de Asturias o el Adelantado de Salamanca. «Los títulos decimonónicos que desarrollaron gran influencia en sus respectivas zonas geográficas fueron Las Provincias de Valencia y Heraldo de Aragón», señala el autor, entre otros. Fue tal la expansión de la prensa, que a principios del siglo XX, para un censo de algo más de 18 millones de habitantes, con un porcentaje de analfabetismo del 61%, en España existían 309 diarios, 36 de ellos en Madrid.

Y de la expansión a la innovación que trajo el siglo XX, cuando ABC, por ejemplo, comenzó a desarrollar con fuerza el fotoperiodismo. Junto a ello, a partir de la segunda década, los titulares comenzaron a ser más descriptivos y sugerentes, acercándose al concepto del titular actual.

Durante la Segunda República, Vílchez apunta que los diarios influyeron decisivamente en la opinión pública, como único medio de masas, y retrata el devenir político de la época a través de los titulares de las portadas hasta llegar a lo que denomina «un trágico paréntesis», esto es, la Guerra Civil. En sus anotaciones, explica cómo afectó la contienda a los periódicos en cada en la mayoría de las ciudades españolas. En el caso de Las Provincias, por ejemplo, dejó de salir a la calle y no regresó hasta el 15 de abril de 1939.

A partir de esta fecha, la obra recorre los principales títulos diarios «que puso en marcha el franquismo». Y de su nacimiento a la muerte de Franco, reflejada en múltiples portadas acompañadas de anécdotas de cómo se vivió y cómo se contó. Ahora, dice Vílchez, vivimos el mejor momento del diseño periodístico. Aunque para él lo más importante es la legibilidad de las páginas y conseguir la máxima comodidad para el lector. «Porque todavía el diario impreso es para leerlo, no para verlo», apunta. Ahora bien, para este periodista los periódicos en papel están obsoletos. «El lector quiere informarse de forma rápida, y esto no lo puede hacer el rotativo clásico», sentencia. Él es uno de los que no augura una larga vida a los diarios de papel. Mientras se resuelve la incógnita del futuro, lo único cierto es que el pasado es Historia y está impresa en millones de portadas.