LA FUERZA DEL CARNAVAL
Actualizado: GuardarHoy es el Día Escarlata o'Hara, el de «Ya lo pensaré mañana». El mundo entero se derrumba o se deconstruye, la arena de los castillos de arena vuela, hemos comprobado que el rey (el del cuento, entiéndase la metáfora) resulta que está desnudo, pero aquí se ha decretado el Estado de Felicidad Permanente por lo que dure el interludio que llamamos Carnaval. Este fin de semana es su teórico «punto culminante», pero bien es verdad que para los de Cádiz-Cádiz no resulta precisamente lo mejor, si lo comparamos con el 'Amoscuchá' que nos espera en la calle a lo largo de esta semana, del Lunes de Coros, del Carnaval Chiquito y del concurso que acabamos de dejar atrás, cada vez más desactivado pero capaz aún de proporcionarnos auténticas joyas. Pese a todo, digo, es muy relevante: la gente viene a mansalva, los hoteles se llenan, los bares hacen caja, la ciudad sale en los telediarios y la gente se disfraza y se dispone a disfrutar de las agrupaciones y hasta del programa de actos, aunque siga en modo 'necesita mejorar'. El fenómeno en que se ha convertido nuestra fiesta, que tiene audiencias millonarias y ha llegado a ser atractivo para públicos de toda clase y condición, más allá de Andalucía, debe ser examinado minuciosamente para rentabilizarlo al máximo, desestacionalizarlo y convertirlo en una mayor fuente de riqueza. Demasiado hemos tardado en darnos cuenta de su potencia.
Pero ahora incluso hagamos abstracción de esta vis comercial y miremos de cerca a tanto talento como se demuestra estos días en las calles, a tanto arte, a tanta rabia también desatada en las coplas, a ese rico sincretismo de culturas que se encuentran en este punto único del mapa y no en otro para dar en un singular modo de expresión. Y pensemos, aunque solo sea por hoy, que somos capaces, que esto tiene arreglo, que tenemos fuerzas, que merece la pena luchar por seguir viviendo en esta tierra que es la nuestra, tan hermosa, tan castigada.