Sociedad

OÍDO AL NÚMERO

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La reforma laboral está dando mucho que hablar, pero va a dar muy poco de comer. Se comenta más que se deglute. ¿Qué va a ser de nosotros, en su mayoría inocentes, si Bruselas sigue presionando a Rajoy para que le ponga espoletas a los Presupuestos? Sospechamos lo que va a ser de él, al que le acusan de no haber presentado las cuentas reales de nuestra ruina. ¿Qué se les debe, señores? Queremos saber la cifra exacta de la deuda flotante, que milagrosamente sigue respirando debajo de las turbulentas aguas bursátiles. Nos urge saber a cuánto asciende la trampa. Más que nada, por curiosidad, ya que no ignoramos que su pago va a exigir el sacrificio de varias generaciones. Se confirma que la mejor manera de ser recordados por los que nos sucedan es dejarles algunas cuentecitas.

En las coronas mortuorias, tan parecidas según Ramón Gómez de la Serna a los aros de los primeros juegos infantiles, se hace constar que los deudos «nunca te olvidan». El mejor procedimiento para cumplir esa promesa es dejarles una herencia de recibos aplazados.

Aunque no nos quepa en la cabeza el desastre queremos saber a cuánto asciende nuestra caída. Nos gustaría desmentir a quienes nos acusan de ser malos pagadores basándose solo en el hecho de que pagamos tarde, mal y nunca. Deben decirnos el guarismo exacto sin miedo a que nos desmoralicemos, ya que nuestra moral está por los suelos y cuesta mucho agacharse para recogerla. El afamado orgullo español no consiente que nos llamen embusteros en bloque, aunque permita que algunas individualidades sean clasificadas así. Por eso, el Gobierno sigue esperanzado en ampliar los plazos. Hay que preparar los Presupuestos de este año, para que se vayan preparando los acreedores.

Como miembro insignificante de lo que Voltaire llamaba «nuestra miserable especie», me molestaría dejar una amarga memoria financiera de mí. Estoy en la última vuelta del camino, que todavía tiene curvas a las que conviene agarrarse, y quiero aclarar las cuentas. Señores de Bruselas, díganme lo que se debe, por favor.