Una cita poco romántica para Obama
El presidente de EE UU se reúne el día de san Valentín con Xi Jinping, el próximo hombre fuerte de China
PEKÍN. Actualizado: GuardarEl presidente de Estados Unidos, Barack Obama, tiene una cita muy especial hoy, día de san Valentín. No será para regalarle rosas o bombones a su esposa Michelle, sino para atender al que ya se postula como el próximo presidente de China, Xi Jinping. Según las normas no escritas del hermético régimen de Pekín, este relevará en el Congreso de octubre al secretario general del Partido Comunista, Hu Jintao, y lo sucederá como presidente en la Asamblea Nacional Popular que tendrá lugar en marzo del próximo año. Por eso, y aunque en la actualidad ocupa una de las vicepresidencias del país, será recibido por Obama en la Casa Blanca con honores de jefe de Estado.
A pesar del romanticismo que destila tan señalada fecha, distará mucho de ser un encuentro romántico. En los últimos días, tanto EE UU como China han confiado en que la reunión sirva para limar asperezas y mejorar las relaciones entre ambos países. Pero sobre la mesa hay tantos asuntos que los separan que pronostican un tormentoso día de los enamorados.
Además de repetir sus ya habituales quejas sobre la devaluación artificial de la moneda china, el yuan, Obama le afeará a Xi Jinping el veto de Pekín a la resolución de la ONU para detener la violencia en Siria y acabar con el régimen. «Seguiremos presionando a China porque creer que Bashar el-Asad va a reprimir a su pueblo hasta la rendición no es la apuesta correcta», anunció recientemente el viceconsejero de Seguridad, Ben Rhodes, que aseguró que el Gobierno sirio «tiene los días contados y hace falta una transición».
Las críticas políticas no girarán solo en torno al apoyo chino a uno de los regímenes más brutales y deplorables del planeta, sino también a su propio respeto por los derechos humanos. La semana pasada, el disidente Zhu Yufu fue condenado a siete años de cárcel por incitar a la subversión contra el Estado. Su delito: haber escrito el poema 'Es la hora', en el que anima a los chinos a usar sus pies «para ir a la plaza y tomar una decisión». Junto a él, otros tres disidentes han sido sentenciados a nueve y diez años de prisión durante los últimos meses.
Además, el régimen chino se enfrenta a una revuelta tibetana con choques diarios con la Policía e inmolaciones de monjes budistas para reclamar la independencia y la vuelta del exiliado Dalai Lama. Desde 2009, y especialmente a lo largo del año pasado, más de veinte monjes se han quemado a lo bonzo, según el Centro Tibetano para los Derechos Humanos y la Democracia (TCHRD, en sus siglas en inglés).
Haciéndose eco de todos estos problemas, el vicepresidente de EE UU, Joe Biden, criticó el «deterioro» de los derechos humanos en China tras entrevistarse la semana pasada con cuatro destacados activistas prodemocráticos. Un gesto que no sentó nada bien a pocos días de la esperada reunión entre Obama y Xi Jinping. «Esperemos que el encuentro sirva para encauzar el déficit de confianza entre los poderes del Pacífico», confió el viceministro de Exteriores chino, Cui Tiankai.
Relaciones enturbiadas
Para terminar de enturbiar las relaciones, acaba de desaparecer un alto cargo policial chino, Wang Lijun, en medio de los rumores sobre su supuesta deserción. Famoso por sus golpes contra la delincuencia y la corrupción política en Chongqing, una megalópolis de 30 millones de habitantes gobernada por uno de los gerifaltes más populares del régimen, Bo Xilai, Wang pasó un día en el consulado estadounidense en Chengdu antes de que se le perdiera la pista al abandonarlo. Mientras Washington niega que pidiera asilo y Pekín «investiga el incidente», el Centro para los Derechos Humanos y la Democracia insiste en que ha sido detenido y trasladado a la capital china para ser interrogado. Citando una página web de viajes autorizada para mostrar datos de pasajeros aéreos, la agencia AFP informó de que Wang voló el pasado día 8 desde Chengdu hasta Pekín en primera clase, donde también viajaba Qiu Jin, viceministro de Seguridad. Una coincidencia que alimenta los rumores de una supuesta investigación contra el alcalde de Chongqing y superior directo del agente, Bo Xilai.
En medio de estas intrigas, el vicepresidente Xi Jinping llega a EE UU, donde ya estuvo en 1985 para estudiar los cultivos agrícolas de Iowa, que volverá a visitar junto a California. Al margen del resultado que deparen las elecciones norteamericanas de noviembre, el futuro de las relaciones entre Washington y Pekín dependerá en buena medida de la cita de san Valentín que tengan Obama y Xi Jinping.