
La Liga Árabe rompe con el régimen sirio
El organismo pide a la ONU una fuerza de paz conjunta y ordena retirar a todos sus embajadores
Actualizado: GuardarEl futuro de Siria se debate en los despachos de El Cairo y Nueva York y a espaldas de Damasco. La Liga Árabe trata de mover ficha para desbloquear el actual callejón sin salida en el que se ha convertido una revuelta que en muchas partes del país es una guerra civil en toda regla y que ha costado la vida a más de 7.000 personas. Los ministros de Exteriores del organismo panárabe se reunieron ayer en su cuartel general de la capital egipcia en sesión extraordinaria para certificar la defunción de la primera misión de observadores y lanzar un llamamiento a la ONU para el establecimiento de una fuerza de paz conjunta. La petición, que se elevará al Consejo de Seguridad, tiene como objetivo garantizar «un alto el fuego» por ambas partes.
«Debemos acabar con la espiral de violencia», declaró el secretario general de la Liga Árabe, Nabil el-Arabi, tras anunciar una nueva ronda de medidas de castigo que incluye la retirada de los embajadores del organismo y el aumento de las sanciones económicas. El representante sirio en el organismo, Yusef Ahmed, rechazó dicha resolución y denunció posturas «hostiles» de algunos de sus miembros, a quienes acusó de financiar a terroristas.
Pese a la presión internacional, el régimen resiste gracias al apoyo internacional de Rusia y China en el terreno diplomático -que hasta el momento han vetado cualquier resolución que pidiera la dimisión de Bashar el-Asad-, y al respaldo de Irán. Según desveló el diario israelí 'Haaretz', Teherán ha suministrado más de 1.000 millones de dólares (757,8 millones de euros) en ayudas a Damasco para que pueda soportar el embargo de crudo y las sanciones impuestas de forma conjunta por los vecinos árabes, la Unión Europea y Estados Unidos.
Congelada desde el pasado 28 de febrero por motivos de seguridad y debilitada previamente por el boicot de los países del Consejo de Cooperación del Golfo, la primera misión de observación no ha contentado con su trabajo a ninguna de las dos partes. Para el régimen no ha sido más que «un puente para la intervención extranjera», según repetían los medios oficiales, y para los opositores ha sido un juguete en manos de El-Asad que ha fracasado porque no ha puesto freno a la muerte de civiles.
Reforma de la Constitución
Desde el primer día de trabajo de la delegación estuvo rodeado de polémica debido a la elección del general sudanés Mohamed al-Dabi como cabeza visible, un militar marcado por su participación en la represión de las revueltas en Darfur. Al-Dabi dejará de ser un problema porque presentó ayer su dimisión y el elegido para ocupar el puesto de enviado de la Liga Árabe para Siria será a partir de ahora el ex ministro de Exteriores jordano, Abdelila al-Jatib. Su perfil encaja con la nueva dimensión que se le quiere dar a la crisis ya que hace también las funciones de enviado de la ONU ante Libia.
El organismo panárabe también parece dispuesto a apostar de forma definitiva por el opositor Consejo Nacional Sirio (CNS), con sede en Estambul, con quien pretende «abrir canales de comunicación y facilitar todas las formas de apoyo político y financiero». Una postura que se plasmará el próximo 24 de febrero en Túnez en el transcurso de una conferencia internacional sobre Siria.
Mientras desde El Cairo se dibuja ya el futuro de un país sin El-Asad, en Damasco el presidente recibió en su palacio a los miembros del comité encargado de elaborar el borrador de la nueva Constitución. El mandatario, ajeno a los movimientos de la Liga, sigue con su programa de reformas y la modificación de la Carta Magna es la primera de las promesas que realizó a los ciudadanos cuando empezaron las revueltas hace casi un año.
La futura Constitución limita a dos los mandatos presidenciales, establece el multipartidismo y la separación entre poderes. «Un ejemplo para toda la región. ¿Quiénes nos van a dar lecciones de democracia Catar o Arabia Saudí?», preguntaba a este enviado especial recientemente en Damasco el profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad de Damasco y miembro del Baaz, Abu Abdulá.