EL TRANVÍA

CORDURA

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Al final sucedió lo que tenía que pasar con el conflicto de los palcos de Semana Santa. Después de que el Ayuntamiento informase a las hermandades de que no pensaba seguir instalándolos por aquello de guardar las formas en una ciudad como Jerez, en la que está cayendo la que está cayendo, éstas han acabado respondiendo lo que tocaba, demostrando un sentido de responsabilidad que antes hubo quien se atrevió a poner en duda. Así, han acabado aceptando ser ellas las que asuman la instalación, aunque, eso sí, con algunas condiciones. Éstas se resumen, básicamente, en la firma de un convenio en el que se regulen todas las condiciones y en que el Consistorio garantice la seguridad. La reacción municipal ha sido también la lógica, de agradecimiento a las hermandades locales por «su esfuerzo». Y la Subdelegación del Gobierno no ha tardado en convocar a una reunión, para este próximo lunes, a Ayuntamiento, Unión de Hermandades y Policía Nacional para dar respuesta a la petición de garantizar la seguridad en la instalación de los correspondientes palcos.

Se ha impuesto, en definitiva, la cordura. La ciudad no debía permitirse ahora mismo ni un enfrentamiento entre cofradías y gobierno local ni poner en jaque la celebración de la Semana Santa. Tampoco era de recibo el sistema que funcionaba hasta ahora, en el que nada estaba regulado. Como se señalaba desde estas mismas líneas la semana pasada, cabía importar el modelo de Sevilla -al menos lo bueno del mismo-, como así se ha hecho finalmente.

Resulta curioso que esto haya sucedido con un gobierno del PP y no en el anterior del PSOE. Más de uno soltó una carcajada cuando comenzó a circular el rumor sobre las intenciones del Ayuntamiento de negarse a asumir la instalación de los palcos. Que pregunten en el seno del Partido Socialista de Jerez, donde alguno todavía debe andar frotándose los ojos.