El 'sí' griego da aire a la eurozona
La UE celebra el respaldo de Atenas a más ajustes, pero retrasa la aprobación del segundo rescate
BRUSELAS. Actualizado: GuardarGrecia mantuvo el suspense hasta el último segundo, pero finalmente dijo 'sí'. Tras semanas de retrasos en las negociaciones y con la Eurozona a punto del infarto, los tres partidos que conforman el Gobierno de unidad aceptaron ayer los nuevos ajustes exigidos a cambio del segundo rescate. Los miembros de la moneda única recibieron con alivio la decisión, aunque ahora se tomarán su tiempo para deliberar. Durante el Eurogrupo celebrado en Bruselas, varios ministros dieron a entender que necesitan estar seguros de que el Ejecutivo heleno cumplirá lo prometido. Hasta entonces, el nuevo salvavidas no tendrá el sello definitivo.
El camino para el acuerdo en Atenas se desbrozó el miércoles por la tarde. El presidente del Eurogrupo, Jean-Claude Juncker, convocó entonces la reunión de los ministros de Economía, lo que se interpretó de inmediato como una señal clara de que los partidos helenos estaban cerca del consenso. La respuesta de las formaciones, sin embargo, volvió a poner a prueba la templanza de los 17 miembros de la moneda única. Tras horas de debate, el Ejecutivo de unidad todavía no estaba listo para dar su respaldo a unos ajustes que ascienden a 3.300 millones, aunque también contemplan el despido de funcionarios y reformas laborales.
Europa se despertaba de nuevo pendiente de Grecia y el reloj. Pese a que durante la noche no había podido sellarse el acuerdo, se mantenía la esperanza de que el Gobierno desbloqueara la situación. Y así fue. Antes de que los ministros iniciaran su reunión en Bruselas, se consiguió alcanzar un consenso que devolvía el aliento a los miembros de la divisa común. A lo largo de la semana, el mayor escollo había sido la rebaja del salario mínimo, que se reducirá un 22% desde los 751 euros. Ayer, en cambio, el principal obstáculo pasaba por los ajustes en las pensiones.
Pensiones protegidas
«En estos momentos díficiles, tenemos que cuidar a la gente normal: los jubilados», anunció Antonis Samaras, líder de la conservadora Nueva Democracia. El gran favorito en los sondeos para convertirse en el nuevo primer ministro tras las elecciones de abril remarcaba así que no tocarían las pensiones. Dentro de los recortes exigidos, la troika reclamaba un tijeretazo de 300 millones en este campo. Para sortear este último tapón, el Ejecutivo heleno acordó finalmente aumentar los recortes en defensa, un auténtico 'superministerio' con un abultado presupuesto derivado de las tensiones del país con Turquía.
El pacto en el seno del Ejecutivo calmó a la zona euro, pero caldeó todavía más los ánimos en las calles de Grecia. Los dos principales sindicatos convocaron para hoy y mañana dos nuevas jornadas de huelga general. «Estas dolorosas medidas solo generarán sufrimiento a los jóvenes, los desempleados y los pensionistas. No nos han dejado mucho margen de maniobra», justificó Ilias Iliopoulos, portavoz de la central Adedy. Esta semana han vuelto a verse duras protestas en el centro de Atenas con quema de banderas de Alemania, a la que responsabilizan en gran medida de la actual situación. Los ajustes también provocaron la dimisión del viceministro de Trabajo, el socialista Yannis Koutsoukos.
El 'sí' griego era la condición indispensable para que la Eurozona aprobara el segundo rescate, que asciende a 130.000 millones. Francia y Alemania habían presionado especialmente a Atenas para que aceptara cuanto antes los ajustes, pero las prisas parece que ahora han desaparecido. Aunque se había insistido en que los trámites debían cumplimentarse ya para evitar la quiebra del país, el ministro de Finanzas germano, Wolfgang Schäuble, descartó en Bruselas que en la reunión pudiera cerrarse el salvavidas. «Es mejor que no esperen porque hoy no habrá una decisión», pronosticó.
Los miembros del club del euro revisaron ayer a fondo los ajustes helenos y escucharon la opinión de la troika formada por la UE, el FMI y el BCE. No se esperaba una resolución definitiva porque muchos socios desconfían abiertamente. Al parecer, se quiere tensar todavía más la cuerda para que el Gobierno ponga en marcha algunos ajustes como prueba de su compromiso.