Sociedad

A María Seguí, doctora por Harvard y un currículo de 78 páginas, le ha tocado el papelón de sustituir al frente de Tráfico al único cargo de Zapatero que ha recibido elogios de Rajoy

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Barcelona, Pamplona y Baltimore son tres destinos grabados a fuego en la bitácora de María Seguí, la nueva responsable de la Dirección General de Tráfico (DGT). La primera es su ciudad natal y el escenario de su infancia y juventud. También el lugar donde se licenció en Medicina y dio sus primeros pasos en su profesión. En Pamplona, donde ha vivido la última década, se afianzó su vocación por la docencia y la investigación gracias a la plataforma que le proporcionó la Universidad de Navarra. Y en las aulas de la Universidad Johns Hopkins de Baltimore, en la costa este, fue donde germinaron las semillas que había plantado años atrás, cuando tomó contacto con el mundo académico estadounidense con el doctorado en prevención de accidentes que cursó en Harvard. Las tres ciudades han marcado de tal forma la trayectoria vital de María Seguí que las lleva cosidas a su código genético. «Podría decirse que su personalidad es una mezcla de pragmatismo catalán, tenacidad navarra y audacia estadounidense», resume un profesor y compañero de la Universidad de Navarra.

El destino le ha asignado a Seguí un papelón: sustituir a Pere Navarro, el único cargo nombrado por José Luis Rodríguez Zapatero que ha recibido elogios de Mariano Rajoy. Un repaso a su hoja de servicios justifica tan sorprendente gesto. Cuando Navarro se hizo cargo en 2004 de la Dirección General de Tráfico se contabilizaban de media más de 3.500 víctimas mortales en las carreteras españolas. Siete años después, en 2011, la cifra había descendido a 1.479, menos de la mitad. El éxito de su gestión se debe sobre todo a la introducción del carné por puntos, un sistema que penaliza a los conductores infractores que había cosechado muy buenos resultados en países como Reino Unido, Alemania, Italia o Francia. Fue precisamente el descenso de la siniestralidad registrado en las carreteras francesas, tras la introducción del permiso por puntos en 2001, el que terminó de convencer al equipo que entonces dirigía el ministro José Antonio Alonso de la conveniencia de ensayar el nuevo modelo.

El sistema se empezó a aplicar en 2006 y fue mano de santo. La amenaza de perder el carné obró un auténtico milagro entre los conductores españoles y las cifras de accidentes -y de rebote las de fallecidos- comenzaron a reducirse a un ritmo anual superior al 10%. «En ningún otro país, ni siquiera en Francia, el carné por puntos ha tenido tanto éxito como en España», resume rotundo Luis Murguía, especialista en tráfico del Real Automóvil Club. Varias son las razones de ese resultado. «Por un lado -reflexiona Murguía- partíamos de una siniestralidad muy elevada y por eso los descensos de los primeros años fueron espectaculares». Esa misma circunstancia hizo que el nuevo sistema fuese aceptado entre los conductores con muchas menos reservas de lo que inicialmente se había pensado.

Lo curioso del fenómeno español es que los accidentes siguen bajando a marchas forzadas con el paso de los años. En 2011 hubo 250 muertos menos que en 2010, lo que significa un descenso del 14,5%. «En ningún otro sitio ha sucedido algo así cuando ya han pasado cinco años de la implantación de los puntos», observa Murguía. El especialista, no obstante, cree que una parte de la explicación está en la crisis económica, que ha expulsado de las carreteras a decenas de miles de automóviles, furgonetas y camiones. «El efecto del carné por puntos tiende a desaparecer en todos los países al cabo de tres o cuatro años, así que lo más probable es que el descenso de la siniestralidad tenga que ver con el desplome del tráfico por razones económicas».

Con independencia de las explicaciones, lo cierto es que los números que exhibe Navarro en su currículo llevaron a muchos a pensar que podría seguir al frente de la DGT pese al cambio gubernamental. Hubo varios indicios que alimentaron esa hipótesis. A las ya mencionadas alabanzas de Rajoy cabe añadir los guiños que le lanzó Jorge Fernández Díaz, que además de su superior como ministro de Interior era también un viejo conocido: ambos fueron inspectores de trabajo y prepararon juntos las oposiciones hace más de treinta años. Navarro, además, no se ha significado políticamente y carece de carné del PSOE, lo que sobre el papel facilitaba las cosas para que siguiese en el cargo.

«Sabe formar equipos»

Todas las especulaciones se fueron al traste la semana pasada. «Ha hecho una magnífica gestión, pero nadie es imprescindible», sentenció el ministro antes de dar a conocer el nombre del sustituto -sustituta en este caso- de Navarro. De la elegida se sabía poco: 45 años, licenciada en Medicina y un apabullante currículo académico -el que tiene colgado en la web de la Universidad de Navarra ocupa 78 páginas- que incluye entre otros logros un doctorado de prevención de accidentes en Harvard. Su única experiencia política pasaba por su breve estancia al frente de la dirección de Salud Pública de la Junta de Castilla-La Mancha, a donde llegó a principios del verano pasado de la mano de María Dolores de Cospedal.

Antes de dar el salto a la administración, María Seguí había sido profesora de Medicina Preventiva en la Universidad de Navarra. «Es una mujer muy alegre y extrovertida que tiene una extraordinaria capacidad de trabajo», alaba una colega del campus. «Además, sabe formar equipos e insuflar entusiasmo a los que trabajan con ella». Por una vez los alumnos coinciden con los docentes: «Como profesora era un crack y tenía la habilidad de hacer amena una asignatura que resulta bastante hueso porque es todo estadística», cuenta una de sus exalumnas, que recuerda que Seguí fue elegida varias veces tutora, un título que los estudiantes otorgan a finales de curso a los que a su juicio son los mejores profesores.

Su vitola como investigadora de prestigio en instituciones de primera línea -durante varios años ha sido también profesora de la Universidad Johns Hopkins, una de las mecas de cualquier docente con aspiraciones- no le impedía conectar con el alumnado. «No es de esos profesores que se esconden detrás de sus títulos; es muy perfeccionista, pero a la vez es también muy cercana y tienes la seguridad de que siempre te va a echar una mano si tienes problemas», añade la misma estudiante.

Tal vez una anécdota retrate mejor que cualquier otra cosa su relación con el alumnado: «Es tradición que a la última clase de la carrera los alumnos vayan disfrazados y en nuestra promoción la última clase fue precisamente la de María; hubo mucha complicidad y, cuando le empezamos a cantar lo de 'Para ser conductor de primera...', con cierta retranca por todo lo que hablaba en clase de la prevención de accidentes de tráfico, no sólo no se molestó sino que casi se pone a cantar con nosotros». Seguro que Seguí echará mano más de una vez a esos instantes para dulcificar los ratos amargos que le esperan detrás de su nuevo cargo.

Será difícil que la DGT vuelva a presentar cifras tan brillantes como las de los últimos años al cierre de sus balances. Los expertos creen que la curva de la mortalidad se mantendrá estable, aunque todo estará en función de los flujos del tráfico. Así las cosas, Seguí tendrá que centrarse ahora en los grupos concretos, como los peatones atropellados en ciudad, las salidas de vías por exceso de velocidad o los ciclistas o motoristas muertos en accidente. La nueva directora es coautora de quince libros y uno de ellos se titula 'Retos de futuro', tal vez sea una premonición.