El peor revés
Arantxa Sánchez Vicario no es la única tenista que carga contra los suyos. Jelena Dokic denunció a su padre y las hermanas Williams le prohibieron asistir a los partidos
Actualizado: GuardarLa foto de familia feliz rota en mil pedazos. Arantxa Sánchez Vicario publicita sus memorias con severos e imperdonables reproches a sus padres, que no descartan devolverle la pelota con una demanda por «falsas acusaciones». Asegura la tenista que la han «endeudado» y que su madre fue una sombra pegajosa durante los años de gloria en las canchas. «Decidía sobre mi pelo, mi ropa...». Y Marisa Vicario le devuelve el revés acusándole de querer herirles y humillarles.
Luego le recuerda a Arantxa que su padre está enfermo de cáncer y tiene Alzheimer y le afea que no haya ido a visitarle ni muestre «un mínimo atisbo de preocupación». Dicen los padres de la extenista que las pelotas que les lanza con tanto rencor no son más que «mentiras».
El de los Sánchez Vicario es el último enfrentamiento público en un deporte que parece maldito para ellas. Porque hay una lista demasiado larga de tenistas -en femenino- enfrentadas a los suyos. La presión de unos padres por convertirlas en las diosas de la cancha acabó por volvérseles en contra. Arantxa no se habla con los suyos. Lo de otras es todavía peor...
Uno de los ejemplos más dramáticos, el de la croata nacionalizada australiana Jelena Dokic. No lo ha contado en un libro pero no hay más que ver a su padre para saber que ha sido el enemigo más peligroso que se ha encontrado en la pista. La deportista acabó denunciándole por acoso y por intento de secuestro. Lo de que se fundía su dinero y la avergonzaba ebrio en público es casi lo de menos. Y un calvario similar al de Dokic ha sufrido la tenista francesa Aravane Rezai, que el pasado junio llevó a su progenitor ante el juez bajo las acusaciones de acoso, estafa, amenazas de muerte y violencia. La causa de la disputa era el dinero porque aunque la chica sostenía a su familia y entregaba a su padre 2.000 euros al mes, a este le parecía poco y llegó a exigirle una renta de 35.000.
Venus y Serena Williams no llegaron a renegar de su padre, pero sí le pidieron que dejara de ir a sus partidos porque las agobiaba. Richard Williams las entrenó para ser imbatibles pero lo hizo con un régimen casi militar. Quería el triunfo a cualquier precio.