El dopaje cuestiona el mito de Contador
El Tribunal del Arbitraje le considera «probablemente» culpable, le condena a dos años, le quita el Tour 2010 y el Giro 2011 y le impide correr la ronda francesa de este año
PORT DE ALCUDIA. Actualizado: GuardarHace tiempo que el ciclismo, un deporte de vocación suicida, pedalea hacia atrás. Al revés. Es un deporte sospechoso. Aquí, según la propia normativa de la Unión Ciclista Internacional (UCI), el corredor es culpable hasta que demuestra lo contrario. El Tribunal de Arbitraje del Deporte (TAS) dictó ayer sentencia sobre el caso positivo por clembuterol de Alberto Contador, el mejor ciclista del mundo, en el Tour de Francia 2010. Y le aplica la pena máxima, dos años de suspensión, porque el madrileño no ha conseguido probar su inocencia. Es, según el veredicto, «probablemente» culpable.
El TAS descarta la carne contaminada como origen del clembuterol -versión defendida por Contador- y considera que ese anabolizante procede de la ingestión de un suplemento alimenticio contaminado. Y hace responsable a Contador de lo que come: «No ha aportado prueba de que actuó sin culpa». El TAS no sabe si lo ingirió consciente de que hacía trampa. Ante la duda, a la horca. Dos años, una montaña de descrédito y otro campeón chapoteando hasta hundirse en la ciénaga del dopaje, el veneno ciclista. La Agencia Mundial Antidopaje (AMA), que es, con la UCI, la parte acusadora, da así un golpe en la mesa y, en año olímpico, pone a salvo su código antidopaje. Una sentencia favorable a Contador habría derrumbado el andamiaje de la actual normativa.
Contador pierde imagen y mucho más. Como la sanción es retroactiva y, según las caprichosas cuentas del TAS, comienza a contar desde el 25 de enero de 2011 (le descuentan los cinco meses y 19 que estuvo parado de forma cautelar entre 2010 y 2011), podrá volver a competir a partir del próximo 5 de agosto. Pero queda tachada su victoria en el Tour 2010 (ya es de Andy Schleck), su triunfo en el Giro 2011 (Scarponi) y otras once carreras ganadas la temporada pasada. Pierde también pruebas que aún no se han disputado. No le devolverán la licencia hasta el 5 de agosto y eso le aparta del próximo Tour y de los Juegos Olímpicos. La Vuelta a España (arrancará el 18 de agosto) será su único consuelo.
No se retira
Hace año y medio, cuando se supo lo del positivo, Contador clamó con rabia por su inocencia y juró que si le condenaban se retiraría del ciclismo. Ayer, su hermano Fran, descartó el abandono. «Alberto no va a dejar el ciclismo». Recibieron juntos la noticia en la casa del corredor en Pinto. Temían una sanción intermedia (unos meses o un año) y les ha caído la máxima. El hundimiento. Además, el TAS tiene aún que emitir un veredicto sobre la multa por dopaje que le reclama la UCI: 2,4 millones de euros. Una fortuna, a la que se suma la devolución de los premios por las carreras ganadas y los costes de un proceso judicial que se ha alargado 18 meses. La sangría puede continuar si el corredor recurre el fallo ante un tribunal suizo (en ese país está ubicado el TAS) o acude a la Corte Europea de Derechos Humanos.
«No hay nada que celebrar», decía Johan Bruyneel, director ahora de Andy Schleck, en la puerta del hotel Iberostar, en Alcudia. La Challenge de Mallorca ha reunido allí a todos los equipos, también al de Contador. Cuando sus compañeros del Saxo Bank llegaron tras la segunda etapa no abrieron la boca. Silencio de luto. Caras al suelo. Tampoco Andy Schleck lo festejó. Nadie descorchó champán. Ni Scarponi, que ahora ha ganado el Giro 2011 ni Samuel Sánchez, que sube al tercer cajón del podio del Tour 2010.
No es fácil descifrar los códigos de la justicia deportiva. El mismo 'dopante', el clembuterol, provoca absoluciones masivas en el fútbol, castigos de un año o, como en el 'caso Contador', supensiones por dos temporadas. El proceso, culminado ayer 565 días después del control antidopaje del 21 de julio de 2010 en pleno, ha ocupado 4.000 folios y ha dado trabajo a decenas de científicos que han elaborado informes a favor y en contra de la teoría del solomillo. Contador defiende que el clembuterol estaba en un trozo de carne adquirida por un amigo, José Luis López Cerrón, en una carnicería de Irún. El TAS, sin embargo, ha desestimado esa hipótesis. Otra vez el cálculo de probabilidades. Según el TAS, España no es un país «conocido por sufrir un problema de contaminación con clembuterol». «Además -añade el tribunal- no se conocen otros casos de deportistas que hayan dado positivo por esa sustancia en conexión con el consumo de carne española».
En la sentencia el TAS aporta un dato que echa por tierra la teoría del solomillo. Contador comió el filete la noche del 20 de julio y dio positivo en el control de orina del día 21. Pero, según el TAS, en el control de sangre del día 20, anterior a la cena de la carne, ya apareció un picogramo de clembuterol.
No hubo autotransfusión
Tachada la argumentación del solomillo, el TAS tampoco avala la teoría de la autotransfusión sanguínea defendida por los acusadores de la UCI y de la Agencia Mundial Antidopaje. La aparición de restos plásticos en la sangre de Contador sería un indicio, según la acusación, de que el madrileño se sometió a una transfusión y que ahí, en esa sangre, estaba oculto el clembuterol. Los restos plásticos procederían de las bolsas donde se almacena la sangre. El TAS, fiel a su doctrina, cree «poco probable» esa vía. Y basa su veredicto de condena en una hipótesis de la que apenas se habló en el juicio. Ni carne, ni sangre. La clave estaba en la ingesta de un suplemento alimenticio (una barrita energética, por ejemplo) adulterada con clembuterol, un anabolizante empleado en el engorde de ganado y también para mejorar el rendimiento físico. Era la teoría en la recámara del TAS.
Y sobre esa piedra ha edificado la sentencia. En la ley deportiva pesa el principio de responsabilidad deportiva: todo deportista es responsable de lo que aparece en su cuerpo. Si se detecta un anabolizante le caen dos años. Punto.