ESCRIBE CIEN VECES «EN CÁDIZ NO HAY SUELO»
La contradicción entre la mentada falta de espacio y el abandono de grandes solares o edificios enormes es asombrosa
Actualizado: GuardarDesde bien pequeños, a los que crecen en este sitio les enseñan que su ciudad no puede crecer, que carece de terreno, de suelo, de espacio físico, que vive rodeada por una frontera inamovible, con la que conviene no jugar ni con rellenos, a la que mejor no desafiar. Lo que se nos olvida decirle a los chinorris, lo que se nos pasó preguntar a los mayores, es cómo aprovechar el poco suelo que tenemos. Sí, sí, que no hay periferia, ni real de la feria ni alrededores que colonizar con cemento. Bueno, vale, quedó claro. Pero cómo encaja ese mensaje machacón, casi doctrina cultural, con el miserable abandono de un gran número de edificios y solares, algunos de ellos entre los de mayor superficie de las zonas en las que están.
Aunque nunca seremos lo bastante pesados al recordar Tiempo Libre, Subdelegación, Náutica, El Olivillo, Puerto América o Valcárcel, la contradicción colectiva sobre nuestra relación con el espacio público me la recordó el otro día un sitio distinto. Es el que ocupaba la gran factoría de Construcción Aeronáutica, CASA, hasta hace unos años. Es el teórico emplazamiento del nuevo hospital Puerta del Mar (risas enlatadas).
Esa gran extensión de metros cuadrados no ha tenido uso alguno en los últimos tres años. Y, sin el menor riesgo de equivocación, no lo va a tener hasta la próxima década. Ni siquiera está definido el proyecto, ni siquiera existe certeza de que se construirá, así que hablar de plazos e inicio de obras provoca mucha pereza. Al grano, se va a quedar así, tal y como está, al menos durante los próximos cinco años y ese periodo ya parece corto, por ser prudentes. Establecida esa certeza, que sólo puede modificar el fin del mundo, y a sabiendas de los condicionantes burocráticos, de propiedad y permutas, aparece una sencilla pregunta: ¿Por qué no se le da un uso público?
Ya se sabe que no están las arcas públicas ni privadas para montar pistas de deporte, canchas ni parques de carácter efímero. Podrían entenderse, además de como un servicio, como un derroche porque siempre aparecería alguien, con razón, para decir que sólo va a durar unos años, que se instala con fecha de caducidad, a sabiendas de que habrá que desmontarlo. Pero limpiarlo, ponerlo raso y quizás con un básico asfalto provisional no sería tan caro y ofrecería un enorme espacio de uso diverso en una zona de gran densidad de población. Los vecinos sabrán si lo quieren como aparcamiento (Mercadona ya usa una zona colindante con ese fin) o como lugar multiusos para eventos populares. Incluso da para dedicar una parte al primer uso y, otra, al segundo.
Como la visita se produjo un lunes, resultaba inevitable asociarlo con El Piojito. A menos de cien metros del enorme solar abandonado se instala, una vez por semana, nada menos, el mercadillo ambulante de Cádiz, como el que tiene cada municipio. Esos tenderetes provocan el corte de una avenida, entera, durante toda una mañana. Elimina una vía de paso que, cuando entre en funcionamiento el segundo puente, dentro de muy poco, que 2020 está a la vuelta de la esquina, tendrá una función fundamental para lo que viene a ser el movimiento urbano e interurbano de miles de ciudadanos. Además, El Piojito actual deja sin uso, un día por semana, uno de los paseos más agradables de la ciudad, el único carril-bici que merece tal nombre en Cádiz y condena al hacinamiento a los que tratan de vender su mercancía.
Sólo con ese uso, el de acoger el mercadillo, ya sería un pequeño avance colectivo la utilización del solar de CASA. Por no hablar de las muchas ferias que se celebran en Extramuros con ocupación ocasional de aceras y tramos de avenida enteros, desde la feria de Puntales hasta las de la tapa o las que dicen recuperar algún aspecto del Bicentenario.
No debe de resultar costoso, ni complejo ni lento fijar un poco el firme, preparar las conexiones básicas de suministros, que ya existen, para dejar raso, utilizable y disponible un terreno que liberaría espacios incómodamente ocupados. Viene a ser como la utilización racional del poco suelo que tenemos. ¿Por qué en Cádiz no había suelo, verdad? Habíamos quedado en usar bien el poco que tenemos. Eso nos dicen de pequeños aunque luego tengamos que contemplar la contradicción permanente de nuestros mayores.