Economia

Las dos caras de la vivienda

La reforma financiera beneficia a los futuros compradores de pisos y perjudica a los actuales propietarios

MADRID. Actualizado: Guardar
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La reforma financiera aprobada ayer en el Consejo de Ministros persigue, además del saneamiento bancario y la recuperacíón de la credibilidad internacional en el sector, el abaratamiento de la vivienda. Parece lógico que bancos y cajas, forzados a limpiar sus balances y a recortar drásticamente el valor de los activos inmobiliarios (suelo, locales, pisos) con los que se han quedado como consecuencia del impago de las deudas, y que deben reducir las ganancias en cuantía equivalente, se muestren dispuestos a vender propiedades con importantes descuentos con tal de desprenderse de ellas.

Pero la aplicación de la nueva norma tiene, además de los beneficiarios directos, perjudicados a los que apenas se menciona. Las asociaciones de consumidores han alzado la voz para recordar que, con el agravamiento de la crisis, hay suscriptores de hipoteca a punto de no poder hacer frente a sus compromisos y que, si bien la dación en pago -cuando la entrega de la vivienda implica la cancelación de toda deuda, sin que se vean afectados otros ingresos o propiedades- no puede ser de aplicación generalizada, podría contemplarse en determinadas situaciones especialmente dramáticas. También sugieren que las nuevas exigencias de provisiones animen a los bancos a contemplar cada vez más las fórmulas negociadoras, menos drásticas que la pura y dura adjudicación de los bienes. Una refinanciación o incluso una quita pueden resultar ahora más eficaces a las dos partes implicadas.

Beneficiarios claros van a ser los nuevos compradores, si bancos y cajas les proporcionan créditos. Entre los perjudicados destacan los propietarios de vivienda. Una mayoría del 80% de ciudadanos españoles que son dueños de la casa en que habitan no compraron con el propósito esencial de lucrarse con la venta. Para ellos, la vivienda es su único patrimonio. Al recortarse su valor potencial de forma drástica se van a sentir más pobre, lo que reducirá su consumo.

También van a sufrir los vendedores de vivienda usada. Muchos no venden por capricho, sino porque han cambiado sus condiciones familiares, su lugar de residencia o de trabajo. Imposible competir si la banca vende mucho más barato y proporciona el crédito necesario para realizar esa transacción.

Finalmente, se pueden considerar damnificados los que se vieron obligados a 'dejar las llaves' en la oficina de la entidad financiera acreedora, se quedaron sin vivienda pero cargaron con el resto de la deuda y ahora pueden ver cómo la vivienda perdida que se quedó el banco sale al mercado a un precio que puede llegar a ser la mitad.