El presidente del Banco Popular, Ángel Ron, en una rueda de prensa. :: J. LIZÓN / EFE
Economia

El presidente del Popular pide que «no se demonice» al sector inmobiliario

Ron recuerda que con el 80% de vivienda en propiedad, deprimir su valor no traerá nada bueno para el consumo de las familias

MADRID. Actualizado: Guardar
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Los bancos se aproximan estos días a las nuevas exigencias de saneamiento que les impondrá el Gobierno vía decreto en el Consejo de Ministros del 3 de febrero. Es una reforma que se ha cocinado casi al margen del sector, con lo que ello tiene de bueno y de malo, como una menor capacidad de presión corporativa, pero también un relativo desconocimiento de los problemas. La posibilidad de que se estreche al máximo el cerco sobre el inmobiliario, con exigencia de provisiones no solo sobre los activos 'problemáticos', sino también sobre los préstamos que están al corriente de pago, ha encendido nuevas alarmas.

El presidente del Banco Popular, Ángel Ron, desde la relativa tranquilidad que le proporciona haber protagonizado la primera fusión puramente bancaria en esta ronda de la reestructuración, ha sacado la cara por un sector como el inmobiliario que, según recordó, genera el 20% del valor añadido bruto de la producción en España. Pero, sobre todo, invitó a «no demonizar» la vivienda, un activo que es el principal patrimonio de los españoles.

Ocho de cada diez disponen de ella en propiedad, una proporción única en Europa. «Deprimir su valor no traerá nada bueno para el consumo de las familias», pronosticó. Añadió que vender el 'stock' de inmuebles es una prioridad para el país, y que el ajuste del valor no puede ser la única vía. «No es posible pensar que solo con la reforma financiera se van a mejorar las cosas», apostilló.

Las cuentas de Banco Popular arrojaron un beneficio de 479,6 millones de euros en 2011, una cifra que supone un descenso del 18,7% respecto a las ganancias del ejercicio anterior. En la presentación de resultados a los informadores, Ron explicó que, solo el pasado año, la entidad cargó 1.691 millones de euros de provisiones, incluida la dotación extraordinaria de 466 millones del primer trimestre. Para mejorar las coberturas de los activos improductivos -y en especial del inmobiliario- el banco dispone del ajuste por 1.580 millones de euros contra reservas que puede permitirse gracias a la adquisición del Pastor, un proceso que estará concluido al término del primer trimestre.

El presidente del Popular tuvo duras palabras para el «marasmo regulatorio» en el que, sucesivas disposiciones de autoridades europeas y también españolas, han ido introduciendo principios confusos y también discriminatorios en sus exigencias para la puesta a punto de las entidades, con sucesivas pruebas de estrés, cambios en los requerimientos de capital y modificaciones en los términos de cálculo.

Bancos zombis

Ron fue contundente en su juicio anticipado sobre las nuevas normas, todavía basado en las filtraciones del Gobierno. Anunció que de nada servirá que, mediante cualquier tipo de ayudas, instituciones que carecen de un modelo de negocio, y son incapaces de generar resultados en las distintas fases del ciclo económico, puedan mejorar su solvencia vía ayudas públicas. En el futuro, pronosticó, «volverán a ser zombis», y lo último que necesita el contribuyente español en estas difíciles circunstancias económicas es que se cargue a su costa la permanencia de ese tipo de entidades.

El presidente del Popular no identificó instituciones y, a preguntas concretas, dijo estar seguro de que Bankia «es una buena franquicia y saldrá adelante», pero insistió en que saneamientos totales en torno a 50.000 millones, como pretende el Ejecutivo, no se pueden realizar de golpe por un sector cuya generación de recursos anual en España ronda ahora la mitad de esa cifra, y cuando dos tercios de tal cantidad corresponden a los bancos tradicionales.

¿Políticos o banqueros?

Mientras Emilio Botín acusó a los políticos, y reclamó hacer distingos entre instituciones bancarias, Ángel Ron compartió en buena parte esta afirmación, aunque introdujo matizaciones. «La fuerte presión que los ciudadanos ejercen sobre los políticos les ha llevado, en el ámbito internacional, a buscar en los bancos el chivo expiatorio», dijo. «El poder político ha derivado la atención de los problemas sobre el conjunto de los bancos, algo que es demagógico, pero que se puede comprender», admitió.

Explicó que en España, «aunque ha sido todo más sutil», también ha ocurrido que «bajo un paraguas general» se ha metido a bancos que han hecho lo que tenían que hacer y a otros necesitados de ayudas». Pero también denunció la existencia de «comportamientos aislados» en entidades que han recibido fondos públicos, en una clara referencia a las indemnizaciones y sueldos de ejecutivos de algunas cajas.