Reforma laboral polémica
Actualizado: GuardarLa alusión de Rajoy a una huelga general en repuesta a la reforma laboral durante la cumbre de Bruselas suscitó ayer una cascada de reacciones: los sindicatos protestaron por el hecho de que el presidente se pusiera la venda antes de la herida y los ministro salieron en tromba a matizar la incómoda declaración: Santamaría habló de reformas «profundas», «de calado» y «decididas» sin «cálculos electorales». La ministra de Trabajo, Báñez, conciliadora, dijo estar segura de que la reforma contará con respaldo ciudadano. Y hasta el ministro de Justicia, que pasaba por allí, explicó que la reforma más dura será la prevalencia de los convenios de empresa. Demasiadas voces para una sola nota, y un recordatorio de que quizá hiciera falta el arbitraje de un vicepresidente económico. La huelga general a Zapatero fue un fracaso, por lo que los sindicatos se suicidarían si convocaran otra cuando la sociedad está mucho más concienciada que antaño sobre la necesidad de la reforma. En consecuencia, el cálculo del Gobierno debería basarse en la necesidad de aproximar sin demora nuestra reglamentación laboral a la europea, en vez de intentar complacer a todos, lo que es, ya se sabe, manifiestamente imposible.