El jefe del Gobierno, Mariano Rajoy, recibió ayer en la Moncloa al presidente del PNV, Iñigo Urkullu. :: BALLESTEROS / EFE
ESPAÑA

El PNV vería «normal» que el Gobierno abriese una vía de contactos con ETA

Urkullu, tras charlar dos horas con Rajoy, le ve «receptivo» a sus ideas, pero no desvela qué está dispuesto a hacer el presidente ni cuándo

MADRID. Actualizado: Guardar
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El PNV contemplaría como algo «normal» que Mariano Rajoy abriese una vía de contactos e interlocución con ETA dentro del proceso con el que busca la disolución y el desarme definitivos de la organización terrorista. Su presidente, Íñigo Urkullu, considera que si este diálogo ya fue posible con todos los gobiernos de la democracia en momentos en los que había una simple tregua no ve por qué no va a ser posible ahora que los terroristas han anunciado el cese definitivo de los atentados.

En este punto coincide en parte con la reclamaciones de la izquierda abertzale, que esta semana avisó de que si los contactos entre el Ejecutivo y la organización criminal no se producen ya la banda no dará nuevos pasos hacia su liquidación. Aunque el PNV crea en la utilidad de los contactos directos entre ETA y el Gobierno, Urkullu no se lo dijo a Rajoy, con quien comió ayer en la Moncloa y con el que charló sobre el final de la violencia, la crisis y la elevación del autogobierno vasco durante algo más de dos horas.

El presidente cumplió así la promesa que hizo en la sesión de investidura de abrir un diálogo estable con PNV y PSOE, el viernes pasado recibió en Moncloa al lehendakari Patxi López, para sellar un consenso político amplio sobre los pasos a dar para liquidar para siempre el terrorismo.

Sobre los planes y tiempos con que el Gobierno pretende acelerar el fin de ETA poco se sabe, pues las declaraciones públicas de todos sus miembros insisten en que la política antiterrorista en su conjunto, incluida la penitenciaria, no va a sufrir cambios. La comparecencia pública de Urkullu tras el encuentro no dio más pistas. El líder nacionalista fue la discreción personificada, en consonancia con su opinión de que en «este nuevo tiempo» hay que trabajar con mucho tiento, sin especulaciones y sin generar falsas expectativas. Cree que serán mucho más útiles los pasos que se den sin ruido que los que coloquen los movimientos en el centro del debate público.

«Apoyo total»

El PNV ofreció a Rajoy tres cosas: «dedicación» al objetivo de la consecución de la paz definitiva, «discreción» en todas las gestiones y consensos que está dispuesto a facilitar para conseguirla, y «apoyo total» al Gobierno para que tome las decisiones que tenga que tomar, al menos con la misma intensidad en que se lo dio al Ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero.

Urkullu no ocultó que había planteado a Rajoy la necesidad de iniciar un acercamiento de los presos de ETA a penales próximos al País Vasco, la conveniencia de permitir la excarcelación de terroristas con enfermedades graves y el interés en dar más facilidades al acceso a la libertad condicional, siempre, eso sí, de forma individual y tras cumplir con las exigencias de arrepentimiento. Un programa parecido al de López.

Se limitó a decir que su anfitrión había mostrado «una receptividad absoluta a sus planteamientos», expresión idéntica a la usada por el lehendakari, pero no quiso desvelar ni si había aceptado alguna de sus propuestas ni cuándo podría hacerlo. Mostró su compresión -«soy consciente de la actitud de la que parte el PP»- y su esperanza en que «Rajoy sepa gestionar sus tiempos en esta cuestión». Eso sí, dejó un aviso: «Contamos con el mayor consenso político para el cierre total del terrorismo habido hasta el momento».

El líder nacionalista comunicó también a Rajoy que el PNV entiende que, debido a la grave crisis económica, «son momentos de sacrificios compartidos», por lo que se abrió a los acuerdos siempre que las medidas gubernamentales no dañen a los ciudadanos, no profundicen la recesión y activen el crecimiento.

Urkullu también adelantó al jefe del Ejecutivo que su partido aspira a lograr, de cara a 2015, un gran acuerdo político para aprobar un nuevo estatus para el País Vasco basado en la bilateralidad de las relaciones con el Estado español.