Sociedad

DEMASIADOS INOCENTES

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Los acusados de diversas estafas y robos a mano desarmada se han reunido en cónclave para apoyarse unos a otros. La palabra cónclave, que antes no era esdrújula, viene de «con clave», ya que alude al lugar secreto donde se reúnen los cardenales, presididos por una paloma, precisamente la del Espíritu Santo, y no le está permitida la entrada a nadie que se dedique a la tira del pichón. ¿Cuántos inocentes hay solo porque han sabido ocultar sus culpas? Los jueces están estrechando el círculo contra los dueños de Nueva Rumasa y embargan fincas, inmuebles y cuadros de Ruíz-Mateos. Más cautelosos se muestran con Urdangarin y no digamos con la Infanta Cristina, ya que no siempre dos que duermen en el mismo colchón se hacen de la misma corrupción.

Parece que la sublime virtud de la Justicia se ha restringido a casos menores para ejercer en todo su esplendor. Se habla mucho del 'caso de los trajes' del amnistiado señor Camps y alguien se pregunta si también los jueces no estaban hechos a su medida. También comenta la gente lo que pudiéramos llamar 'el caso de las tetas apócrifas' y le están buscando un lío al fabricante de las prótesis PIP, que puede ser acusado de homicidio por utilizar un gel no homologado, propenso a explotar bajo los ampliados sujetadores, antes llamados sostenes. Era un nombre calumnioso, ya que en gloriosos casos no tenían que apuntalar nada.

El llamado estafador de la silicona, Jean-Claude Mas, podría enfrentarse a cinco años de cárcel, acusado de vender mamas a 300.000 mujeres descontentas. Nadie está satisfecho con su anatomía. Este gran negociante era capaz de venderle una prótesis a la Venus de Milo, pero por qué nos han vendido a los españoles tantas cosas que han acabado por explotar. En el desfile de golfos hay culpables del descalabro nacional que prueban su inocencia. Demuestran que no han tenido la menor culpa, sino la mayor.