DONDE LAS CALLES NO TIENEN NOMBRE

TIEMPOS REVUELTOSENTRE CONSISTORIO Y ARENAL

La Junta ha ofrecido a sus empleados de Justicia trabajar horas extra por la tarde; quizá debería haberlo hecho con parados

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Salvo excepciones que todos conocemos, en Jerez se podría decir que somos pobres, pero honrados. Esta semana se ha celebrado en la ciudad la asamblea provincial del Sindicato Unificado de Policía, foro en el que se dieron a conocer los índices de delincuencia alcanzados en la provincia de Cádiz durante el año 2011. Con una notable diferencia, Jerez ha sido la ciudad donde más han caído los actos delictivos, en concreto un 6,5%. El dato tiene su aquel. En primer lugar porque en los últimos años la tónica había sido al alza. Por otro lado, no podemos olvidar que en tiempos de crisis y dificultades económicas, las infracciones crecen de manera casi proporcional a las fatigas que pasa la gente. Sin embargo, en 2011 se le dio la vuelta a la tortilla en todos los términos. Quizá haya ayudado también que la Comisaría dispone de 60 agentes más que antaño. Sea como fuere creo que es de justicia dar la enhorabuena a los responsables de la seguridad ciudadana en Jerez, empezando por el comisario del Cuerpo Nacional de Policía, Andrés Garrido.

En la otra cara de la moneda -siempre hay otra cara de la moneda- la Policía Nacional y, en concreto, su unidad de intervención policial, más conocida como antidisturbios, han protagonizado también estos días un lamentable y penoso episodio a las puertas del Ayuntamiento de Jerez. Ocurrió el viernes, cuando los agentes cargaron en dos ocasiones contra los manifestantes que se concentraban a las puertas del Consistorio. Es cierto que la responsabilidad no es de los agentes sino de quien da la orden de emplearse a fondo con, entre otros, la plantilla de Acasa, el servicio de Ayuda a Domicilio. Y no sabemos si dio la orden un mando policial o político. ¿O es que actuaron de motu propio ante los intentos de los manifestantes de acceder al interior del Ayuntamiento? El equipo de gobierno municipal se ha apresurado a decir que no fueron ellos los que tomaron esa decisión. Habrá quien se lo crea y quien no. Yo, después de darle muchas vueltas al asunto, he optado por creerles. Lo último que le interesaba al PP es que se formara la que se formó en la calle Consistorio, con empujones, zarandeos, golpes, gritos, lanzamiento de objetos y disparos con pelotas de goma. Nadie puede entender que se le dé jarabe de palo a unas trabajadoras que llevan casi cuatro meses sin cobrar sus, en algunos casos, míseros sueldos. Y desde el punto de vista más político y pragmático, el PP no puede permitirse un espectáculo de este calibre en la quinta ciudad de Andalucía a escasos dos meses de las elecciones autonómicas. A alguien se le fue de las manos la situación y dudo que fuera a María José García-Pelayo. Aún así no estaría nada mal que alguien nos aclarara más pronto que tarde, qué narices pasó el viernes por la mañana a las puertas del Ayuntamiento para que aquello terminase como el rosario de la aurora. Y a la Policía, con todos mis respetos, habría que pedirle que ajuste más el punto de mira. Quizá donde haya que actuar no sea en la puerta del Ayuntamiento sino -y aquí me uno a la tesis defendida días atrás por mi compañero de página Ildefonso Cáceres- un poquito más arriba. En la plaza del Arenal. Donde unos señores han decidido quedarse a vivir porque sí, entre cuatro plásticos, con la pasividad de las autoridades como salvoconducto y llevando por bandera unos mensajes que de tanto manoseo están ya completamente desvirtuados. Desde el punto y hora en que la plataforma del 15M abandonó la plaza y dijo que aquellos que se quedaban no se representaban más que a sí mismos se debería haber actuado para restablecer la normalidad. Parece que lo que no ha conseguido el peso de la lógica lo va a lograr el poder de las cofradías de Jerez, ya que en el preciso lugar donde tienen el chiringuito esta gente hay que instalar palcos de Semana Santa. Es decir, que se actuará a golpe de tambor.