S.O.S. SEGUNDA B
Actualizado: GuardarMientras el mundo sigue pendiente de la penúltima rajada de Mourinho, la Segunda B -a años luz de los focos y la atención mediática- comienza a mostrar en público sus vergüenzas. Está ese fútbol en el que los jugadores llegan en su Ferrari a los entrenamientos, se vuelven a casa en un Audi y tienen una mansión de tres pisos. Pero también hay otro del que huye como la peste Ángel María Villar, más preocupado por eternizarse en su despacho que por la ruina total del balompié de alcantarilla que malvive lejos de la panacea de la LFP, un ente que acabará cobrando hasta por comer pipas en los estadios. Precisamente en el Grupo IV de esta categoría infame es donde se está produciendo el mayor número de muertes por inanición. Los clubes montan unos organigramas más acordes con el fútbol profesional, pero a las primeras de cambio sus directivos se percatan de que no hay ni para pagarle a la señora de la limpieza. Villanueva del Fresno, El Ejido y Lepe saben perfectamente de qué va el asunto y aunque en Cádiz todo parezca distinto, desde la llegada de Quique Pina, la situación -en plena ley concursal- no es nada boyante. Y den gracias a Dios que el flamante director general se fue al Betis, llevándose a Sevilla su millonario sueldo. Así y todo las cuentas siguen sin cuadrar, aunque sigan llegando a Carranza futbolistas con la patente de corso del murciano, que sigue engordando sus cuentas bancarias y eso que el club cadista está al borde de la bancarrota. La Segunda B se muere y solo queda rezar para que cinco minutos antes de su defunción el Cádiz ascienda y comience a ver la salida del túnel desde una categoría superior. Un purgatorio desde el que aferrarse a un estadio que va adquiriendo la pinta de ser para un equipo de Primera, pero que actualmente es una soberana frivolidad para una entidad que milita en una división que dentro de poco será un triste recuerdo.