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Ejército e islamistas pactan convivir
Los militares egipcios negocian con los Hermanos Musulmanes tras vejarles y perseguirles durante décadas
EL CAIRO. Actualizado: GuardarA mediados de los años 60, el entonces presidente egipcio Gamal Abdel Nasser, uno de los Oficiales Libres que derrocó a la monarquía con un golpe de Estado, se valía de su carisma, sus dotes interpretativas y su porte de galán de Hollywood para burlarse del entonces líder de los Hermanos Musulmanes, con el que se había reunido. «Lo primero que quería era que el velo islámico fuera obligatorio para todas las mujeres», relataba el coronel, manteniendo las pausas y la cadencia del buen contador de chistes ante una enorme audiencia completamente cautivada.
Era la época en que las egipcias empezaban a llevar minifalda. «Usted tiene una hija en la facultad de medicina y no lleva velo. Si usted no es capaz de convencerla, ¿cómo quiere usted que yo se lo imponga a 10 millones de mujeres?», se burlaba Nasser, ante las carcajadas del público. Medio siglo después, parece cierto aquello de que el que ríe el último ríe mejor. Ningún Gobierno tuvo que obligarles pero si hoy la grandísima mayoría de las egipcias lleva velo se debe a la progresiva islamización de la sociedad, a la que han contribuido los Hermanos Musulmanes.
Tras la victoria de la Hermandad en las urnas, el poder fáctico -el Ejército al que pertenecía el presidente Nasser y sus sucesores Anuar Sadat y Hosni Mubarak- ha dejado de burlarse de aquellos a los que años atrás había también perseguido y torturado. Los dos pesos pesados de Egipto están condenados a entenderse y el acuerdo al que han llegado para modelar la transición egipcia está ya en marcha.
Varios puntos importantes sobre el futuro de Egipto están en juego, entre ellos el peso de la religión en la próxima Constitución, el sistema legal del país y el papel del Ejército, especialmente en lo que se refiere a la supervisión civil de la institución de las Fuerzas Armadas y su presupuesto. El rumor sobre las posibles negociaciones secretas entre la Hermandad y su formación política, el Partido Libertad y Justicia (PLJ), con la junta militar ha sido, posiblemente, el más extendido entre las fuerzas revolucionarias en los últimos meses, y también de los partidos seculares.
«El acuerdo se fraguó en los 18 días de la revolución, y ha quedado demostrado en la reforma constitucional del pasado marzo o en la legislación electoral, que ha beneficiado a los Hermanos», denuncia a este diario Osama Mourad, candidato del partido de los Egipcios Libres (secular) para las elecciones del Consejo de la Shura.
Imperfecta democracia
Puede que sean rumores, pero poco a poco van tomando forma. Un diplomático occidental revelaba recientemente al diario 'The New York Times' que, por lo que había podido comprobar, «el acuerdo podría estar perfilado para cuando el Parlamento eche a andar (su primera sesión fue el pasado 23 de enero)». Los Hermanos, no obstante, se niegan a admitir un posible pacto. «No hay negociaciones entre el PLJ o los Hermanos Musulmanes y la junta militar», asegura, categórico, el diputado del PLJ Osama Yassin a este periódico.
Los mensajes que enviaban en los últimos meses de 2011 la junta militar y los líderes de la cofradía eran bien distintos, y hacían prever que Egipto se encaminaba a una confrontación entre titanes por la influencia en el poder. El Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas había intentado imponer una serie de principios supraconstitucionales, que excluían al poder civil de cualquier tipo de supervisión al Ejército, que además se reservaba la designación de los miembros de la comisión encargada de redactar la Constitución.
La Hermandad sacó entonces músculo en la calle en contra del documento que limitaba el poder del Parlamento en la redacción de la nueva Carta Magna. Cuando los resultados de la primera fase de las legislativas confirmaron su enorme poder en la sociedad, sus líderes se apresuraron a dejar claro que pugnarían también por el derecho a nombrar al primer ministro y su gabinete. Los militares contraatacron al dejar caer que la nueva Cámara no era verdaderamente representativa de la sociedad.
Pero este enfrentamiento parece ahora agua pasada. Los Hermanos Musulmanes se han convertido en los principales defensores del calendario de la junta militar para el traspaso del poder a los civiles, que deberá realizarse antes del 30 de junio. «No han sido los únicos en negociar con el Ejército. Es lógico que los partidos dialoguen con la junta militar, que es el poder fáctico. Y los Hermanos Musulmanes a través del PLJ lideran el Parlamento, y no se puede ignorar que son el poder mayoritario», afirma el prestigioso ensayista islámico egipcio Fahmi Huwaidi. El hecho de que estos posibles acuerdos se hayan alcanzado de forma secreta y sin debate público pone en entredicho la frágil e imperfecta democracia en ciernes.