Laura Dekker posa en el puerto de la isla holandesa de San Martín, junto a embarcación. :: EFE
Sociedad

Vuelta al mundo con 16 años

La holandesa Laura Dekker se convierte en la persona más joven que circunnavega en solitario el globo y le han bastado 17 meses para conseguirlo

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Se ha metido entre pecho y espalda más de 27.000 millas náuticas (50.400 kilómetros), en una travesía que arrancó en Gibraltar el 21 de agosto de 2010. Los más optimistas calculaban que tardaría dos años en dar la vuelta al mundo en solitario pero le han bastado 17 meses. El pasado sábado, Laura Dekker cumplió con su objetivo al atracar en la isla holandesa de San Martín, en pleno Caribe.

Han sido más de 500 días inolvidables, ya sea por los arrecifes del estrecho australiano de Torres o los tornados de las islas Marquesas, en la Polinesia Francesa, que a punto estuvieron de hacer añicos la embarcación. Pero nuestra protagonista aguantó el tipo, con esos aires de sirena que encandilan a sus fans. Laura (una chica con nacionalidad holandesa, alemana y neozelandesa) acaba de convertirse en la persona más joven que circunnavega el globo, a la tierna edad de 16 años y cuatro meses.

Una nota pelín agridulce: la hazaña no será registrada en el Libro Guinnes de los Récords porque la junta directiva de este anuario ha suprimido la categoría 'junior'. Quieren evitar que los menores asuman riesgos impropios de sus pocos años, con la única ilusión de aparecer en la nómina de plusmarcas insólitas. Eso sí, en el caso de Laura hay mar de fondo, algo muy profundo y serio que nada tiene que ver con las extravagancias de la adolescencia. Esta chavala pasó los primeros siete años de su vida en un barco y, todavía más, fue concebida en el camarote del yate de sus padres. La tradición familiar de los Dekker huele a salitre y gaviotas. En definitiva, ella solo quería dar rienda suelta a lo que le pedía el cuerpo. ¡Boga, boga, sin parar!

Al timón de un queche (embarcación de dos palos), que mide 11,5 metros y se llama 'Guppy', ha cumplido con un sueño que acariciaba desde 2009. Entonces el Tribunal de Utrecht le prohibió zarpar hasta que no concluyera los estudios de educación obligatoria -hasta los 16 años- y tuviera la madurez suficiente para aguantar la soledad y presión en el puente de mando. No la veían capaz de sortear los escollos de un reto que tachaban de «capricho infantil». No dudaron en retenerla, intervenirle el móvil y retirarle la custodia parental al padre, Dick Dekker, que le brindaba todo su apoyo. La madre, Babs Müller, que al principio se mostraba reticente «por los riesgos de la aventura», también se sumó a la causa de su primogénita. «Tiene las ideas claras, es fuerte y puede con todo», resumía con entusiasmo.

Los Dekker están divorciados pero son una piña cuando se trata de proteger a los hijos. Al final, después de un año largo de preparación y entrenamiento -que incluía cursillos de primeros auxilios-, las autoridades resolvieron dar vía libre a Laura. Era imposible mantenerla quieta más tiempo. Tenían miedo de que volviera a las andadas, como cuando se fugó de casa y apareció sana y salva en las Antillas Holandesas. La joven navegante a duras penas aguantaba la disciplina castrense que le habían impuesto en tierra firme. ¡Quería echarse a la mar! Un fenómeno. No tardará en rodarse la película sobre las peripecias de este genio precoz al timón.