El escenario del teatro ofreció un aspecto impresionante a la altura de esta ópera. :: JAVIER FERGO
Sociedad

El 'Rigoletto' del Villamarta regresa a casa con el brillo de una gran puesta en escena

La producción que el teatro jerezano estrenara hace doce años vuelve a la ciudad para dejar una gratísima impresión

JEREZ. Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

'Rigoletto' cobró vida sobre las tablas del Villamarta, tanto el personaje como el conjunto de esta trama de pasión, engaño, amor filial y venganza del libreto de Francesco María Piave musicado por Guiseppe Verdi. Y lo hizo, además, envuelto en una brillante puesta en escena que encandiló al público que anoche optó por este melodrama en torno al célebre bufón del Duque de Mantua que encarnaba el tenor jerezano Ismael Jordi.

El barítono Luis Cansino y la soprano Sabina Puértolas compartían protagonismo en los papeles principales con quien regresaba a casa con una obra incomparable. Retratando el alma humana, como ya anticipara en la presentación Francisco López, el director de escena, el montaje del teatro jerezano se metió en el bolsillo a aquellos que acudían a gozar del mayor exponente que la temporada lírica deparará a los amantes de la ópera.

Las emociones prometidas por la archiconocida obra musical teatralizada llenaron el coliseo 160 años después de su estreno. Y lo hicieron otorgando convenientemente a los personajes la encarnadura necesaria para que fuera descubierto en ellos los seres vivos que este retrato psicológico y musical, basado en la obra de Víctor Hugo 'El rey se divierte', pretende más allá de un conformista teatro de insensible cartón-piedra.

A los mencionados Cansino, Puértolas y Jordi se sumaban, entre otros, Rubén Amoretti, Marina Pardo o Federico Gallardo, David Lagares o Hilario Abad desde un reparto en comunión con el empeño de elevar desde la mera planicie las situaciones que la propia música se ocuparía de resaltar desde las oportunidades de tensión dramática que las partituras de Verdi siempre posibilitan a un respetable que abandonaría las butacas, al final, con evidente complacencia.

La sordidez de los ambientes, el mundo degradado, el clima moral en el que triunfan los malos encontraron, además, los elementos más ricamente descriptivos en un escenario dotado de una ambientación espléndida. La singular aportación del traslado de la acción, en el primer acto, a la Italia fascista de Mussolini con el objeto de reflejar el totalitarismo de las relaciones humanas descritas en el libreto sorprendió al público.

La incorporación de elementos reconocibles históricamente se produjo sin causar trauma alguno a quienes identificaban las trazas de un 'Rigoletto' impulsado, además, por la orquesta convertida en un personaje más a la hora de crear colores y atmósferas, manteniendo un pulso dramático desde el principio hasta el final de la partitura.

Carlos Aragón dirigió con excelente resultado a la Orquesta Lírica del Sur, de cuya creación ha sido su mentor. Esta nueva formación -compuesta fundamentalmente por jóvenes músicos de la provincia de Cádiz- ha debutado en el campo de la ópera. Un gran reto que completó de forma brillante el regreso de esta producción del Teatro Villamarta estrenada en el año 2000 en el Gran Teatro de Córdoba y que vuelve tras pasar por Las Palmas, Málaga, A Coruña y Oviedo.