La disidencia culpa al régimen cubano de la muerte de otro opositor
Wilman Villar falleció en un hospital tras 50 días en huelga de hambre en protesta por la condena de cárcel que le impuso el Gobierno por desacato
LA HABANA. Actualizado: GuardarWilman Villar Mendoza, un opositor de 31 años, murió en un hospital de Santiago de Cuba tras 50 días de huelga de hambre para protestar por la condena de cuatro años que le fue impuesta en noviembre pasado por delitos de desacato y atentado a la autoridad. Su caso recordó la muerte de Orlando Zapata en febrero del 2010 tras seguir 85 días sin probar alimentos. El Gobierno cubano no se ha pronunciado sobre el caso y considera a los disidentes «mercenarios» de Estados Unidos para desestabilizar el régimen. En cambio, blogueros defensores de la revolución castrista tildaron a Villar de delincuente y adelantaron una nueva campaña mediática contra la isla.
La experiencia opositora de Villar era reciente. En septiembre pasado se incorporó al grupo Unión Patriótica de Cuba, creado a mediados del 2011 por José Daniel Ferrer, uno de los presos de Grupo de los 75 que se negó a exiliarse en España al ser excarcelado tras la mediación de la Iglesia católica con el Ejecutivo de Raúl Castro. Este acuerdo se produjo tras la avalancha de protestas internacionales por el fallecimiento de Zapata -que reclamaba su estatus de preso político- y la prolongada huelga de hambre y sed de Guillermo Fariñas.
Villar fue detenido el 14 de noviembre cuando participaba en una protesta en Contramaestre, la ciudad oriental donde residía. Después de su arresto fue sometido a un «juicio sumario», sostiene la opositora Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional que dirige Elizardo Sánchez.
«Lo dejaron morir»
La viuda de Villar, Maritza Pelegrino, había alertado sobre el agravamiento del estado de salud de su esposo. Fue entonces cuando fue trasladado hace una semana de la prisión de Aguadores al hospital Juan Bruno Zayas donde falleció el jueves a las 18.45 (1.45 de la madrugada de ayer en España) por una «sepsis generalizada» y neumonía, según notificaron a su familia.
Según Pelegrino las autoridades «lo dejaron morir» y lo mantuvieron «vivo con los aparatos y le estaban haciendo creer a la familia que estaban haciendo todo lo posible por revivirlo». También informó de que las fuerzas de seguridad detuvieron y golpearon a opositores que intentaron salir a la calle para protestar. Este extremo fue negado por los blogueros del Gobierno, que afirmaron que reinaba la tranquilidad y normalidad en Contramaestre y que, a falta de comunicados gubernamentales, se convierten en portavoces del régimen.
La oposición interna y externa, por su parte, no dudó en calificar la muerte de Villar de «asesinato». La Comisión cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional atribuyó al Gobierno «toda la responsabilidad moral, política y jurídica» por el «evitable» fallecimiento de Villar. Asimismo, el Movimiento Cristiano Liberación que lidera Oswaldo Payá, recordó que tras su detención «lo enviaron desnudo por varias semanas y en medio de bajas temperaturas a las más terribles celdas. Fue castigado por negarse a aceptar una sentencia injusta y cruel y sus pulmones se resintieron pronto de tanta humedad y frío».
Villar se convertía así en el tercer disidente muerto en huelga de hambre, tras Zapata y Pedro Luis Boitel, muerto en mayo de 1972 en la prisión Castillo del Príncipe tras una protesta similar de 53 días. La oposición espera que el Papa Benedicto XVI pida la liberación de los presos políticos de la isla.
Sin embargo, el bloguero Yohandry Fontana comentó en Twitter que «este hombre, que hoy se nos presenta como un luchador pacífico por los Derechos Humanos en la isla, no fue más que un violento ciudadano, de una peligrosidad social comprobada» y que «su propia esposa fue una de las víctimas de su agresividad, fue sentenciado a 4 años de privación de libertad». También aseguró que «se le garantizó una atención médica esmerada hasta el momento del fatal desenlace».