PAN Y CIRCO

GUSTO Y DISGUSTO

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

A l final, las obras quedan las gentes se van, otros que vienen las continuarán, la vida sigue igual». Esta famosa canción de Julio Iglesias sirve para resumir lo acontecido en el último clásico. Mucho se hablaba en la previa que era el enfrentamiento de los contrastes, entre otras cosas, porque el Real Madrid llegaba mejor que el Barcelona tras el último traspié azulgrana en Cornellá. Bueno, eso se decía también antes del partido liguero y ya se sabe luego lo que pasó. Y, efectivamente, fue el partido de los contrastes pero, porque una vez más, la superioridad de los de Guardiola fue incontestable e incluso no tuvo un reflejo más amplio y merecido en el marcador.

Siguiendo con Julio Iglesias, el planteamiento de Mourinho volvió a ser el de siempre. Dilapidó la historia y el señorío de una entidad más que centenaria y laureada para apostar por un planteamiento impropio de un entrenador de su prestigio. De partida volvió a hacer lo de siempre, pretender contrarrestar al enemigo renunciando a sus armas habituales y replegó a su gente confiando ciegamente en el contraataque. Y volvió a pasar lo del reciente choque liguero. En este caso fue Cristiano -en aquella ocasión fue Benzema- se aprovechó de un error de Pinto para abrir el marcador. A partir de ahí, más de lo mismo. El balón para los de siempre, el gusto por el fútbol gracias a los de siempre y el disgusto por culpa de los de siempre.

Desde el minuto siguiente al gol del portugués se sabía lo que iba a pasar. El dominio y las ocasiones se iban a suceder en la portería de Casillas. Es más, las similitudes con el partido de Liga pudieron ser mayores si el cabezazo de Alexis hubiese entrado en lugar de pegar en el palo. Sin embargo, ocurrió lo que estaba claro que iba a suceder, solo con la gran novedad de que fueron dos defensas los que inclinaron la balanza a favor de los de Guardiola. El guión final se preveía. Dio gusto ver jugar a los unos y disgusto por los otros, sobre todo por Pepe, un demente metido a futbolista.