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Una campaña reclama que tengan en cuenta al perro actor para los Oscar. Ya puestos, hay quien pide una estatuilla póstuma para Rin Tin Tin

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En la ceremonia de entrega de los Globos de Oro, Uggie volvió a demostrar su habilidad para hacerse el dueño de la escena. Da igual que en el recinto se encontrasen algunos de los rostros más atractivos y los cerebros más talentosos del planeta, incluso ciertos privilegiados que reúnen en su persona las dos características: al final, todo el mundo estaba pendiente del perro, riéndole las gracias mientras saludaba con la patita en la alfombra roja, cuando se hizo el muerto al salir al escenario con todo el equipo de 'The Artist' o cada vez que repetía su truco infalible, el de esconder la cara bajo las manos, como sobrecogido por una realidad tan espléndida. Uggie es un robaplanos, un protagonista nato que agarra la atención del espectador y ya no la suelta, igual que si fuese un perro de presa. Consigue destacar incluso en un entorno fascinante como la película muda francesa, hasta el punto de que algunos críticos han iniciado una campaña para que le tengan en cuenta en los Oscar.

Este Jack Russell terrier de nueve años puede presumir, como sus colegas humanos más guays, de que la interpretación le sirve de catarsis para sus demonios interiores. Porque Uggie estuvo a punto de acabar mal por culpa de su carácter complicado: la primera familia que lo tuvo en casa lo rechazó por su agresividad, y la segunda estaba ya a punto de dejarlo en la perrera después de que mordiese a una cabra, pero entonces se cruzó en su vida el adiestrador Omar Von Muller, que debió de ver en él madera valiosa de actor. Ahí arrancó su carrera, primero como parte de un espectáculo canino itinerante -hay que ver con qué estilazo se maneja en el monopatín y el esquí acuático-, después en publicidad y, finalmente, en películas, con un éxito un poco tardío en 'Agua para elefantes' y 'The Artist'. Uggie ya va para viejo, tiene un poco de tembleque y, en vivo, se le notan más los años que en la pantalla: en 'The Artist', por ejemplo, aparece maquillado, o quizá la palabra correcta sea teñido, para disimularle el tono gris y asemejarlo más a los otros dos perros con los que comparte el papel, Dash y Dude, que al final solo intervinieron en un 5% de las escenas. Se encargaron, sobre todo, de las secuencias que requerían un poco de velocidad, porque Uggie ya no es capaz de correr con los bríos de antaño.

A su edad, lo que más le gusta es vaguear junto a la piscina de su dueño, en una casa de Los Ángeles que comparte con otros siete perros, dos gatos, unas cuantas palomas y un loro, además de los inevitables humanos. La población canina de la vivienda duerme en la habitación de Omar y su esposa, en lechos dispuestos en semicírculo alrededor de la cama de matrimonio. Pero esa apacible existencia de pensionista pierde todo su atractivo cuando están en juego unas salchichas, el cebo que convence a Uggie para actuar: Jean Dujardin, el protagonista de 'The Artist', tuvo que acostumbrarse a trabajar con los bolsillos bien rellenos de carne para mantener la atención de su compañero de reparto, mucho más interesado en esos suculentos bocados que en los 28.000 euros que cobró por la película.

Carne en el bolsillo

Este Uggie ya maduro hizo el papel de su vida. En Cannes lo reconocieron con la Palm Dog, un premio alternativo para perros actores, pero sus admiradores no se conforman con ese galardón de alcance tan limitado. Una campaña, bautizada como 'Consider Uggie', persigue que lo tengan en cuenta en los Oscar: la ha puesto en marcha el periodista cinematográfico S.T. VanAirsdale, con argumentos como que Uggie está mucho mejor que Leonardo DiCaprio en 'J. Edgar', aunque quizá no tan bien como George Clooney en 'Los descendientes'. La Academia Británica salió al paso en su momento para dejar claro, con un quiebro de humor muy inglés, que Uggie no reunía los requisitos para aspirar a un Bafta, ya que «no es humano y su única motivación son las salchichas», pero en Estados Unidos ha surgido un debate, medio en broma y medio en serio, sobre la necesidad de recompensar su trabajo. «Dicen que los perros no saben lo que se les pide cuando actúan. Pero, en vista de algunas de las monadas y los guapitos que se patean las alfombras rojas, no se entiende que eso descalifique a los chuchos», valoran los sarcásticos promotores de la Palm Dog.

La aportación más inesperada a la discusión ha sido la de Forrest Wickman en la revista online 'Slate': «La campaña es simplemente ridícula. Este año hay interpretaciones de perros mucho más convincentes», ha argumentado. Aunque él considera que los Jack Russell terriers tienen tendencia a «sobreactuar», encuentra mucho más logrado el trabajo de Cosmo, otro ejemplar de esa raza, en la película 'Beginners'. Porque Uggie está bien acompañado en el olimpo de las estrellas caninas: su colega Cosmo, con el que ha compartido una sesión de fotos para 'The Hollywood Reporter', mantiene el tipo durante todo el metraje sin necesidad de hacer ni un truco, solo con su mirada de animal sabio. El protagonista de la película, Ewan McGregor, se quedó tan prendado de él que ha acabado adoptando un cruce de caniche a modo de reemplazo: «No soportaba la idea de no tenerle cerca», ha dicho.

¿Por qué los Jack Russell terriers dan tan buen resultado en la pantalla? En España tenemos a la persona ideal para consultarlo: Antonio Valor, propietario y adiestrador de Pancho, el popular perro de la Primitiva. Pancho, que se llama en realidad Cook, pertenece a la misma raza que Uggie y Cosmo. «El Jack Russell terrier es un perro grande en pequeño -resume Valor-. Tiene un carácter fuerte, sólido, templado. Lo primordial a la hora de actuar es que no se asusta, es valiente, se adapta a las situaciones y es buen improvisador. Además, está la expresividad de su cara, ese contraste de colores que da tanta vitalidad». A él, lógicamente, no le parece nada mal la idea de premiar de algún modo a los animales del cine, pero hace hincapié en que detrás de sus cabriolas y sus miradas que parten el corazón se esconde un trabajo invisible: «No está valorado. La gente ve el perro y no se imagina el esfuerzo que implica. Hay que reciclarles tras cada día de rodaje, porque cogen vicios». Cook, por cierto, se ha convertido en el patriarca de una prometedora saga: su hijo Ramsés es uno de los personajes principales de 'Lobos de Arga', una comedia de terror que se estrena el 2 de marzo. «Se come la cámara, ya veréis».

Victoria de Rin Tin Tin

El alboroto provocado por Uggie ha devuelto a la actualidad al perro cinematográfico por antonomasia, el Rin Tin Tin original. Él sí que podía chulearse de biografía novelesca: en las postrimerías de la Primera Guerra Mundial, un soldado estadounidense, Lee Duncan, rescató a aquel cachorrillo aún ciego de un criadero francés alcanzado por las bombas. El pastor alemán habría de convertirse en uno de los ídolos del cine de los años 20 y su muerte en 1932 fue causa de conmoción. Una biografía publicada hace meses ha traído a colación una historia que muchos consideran leyenda urbana, pero que la autora, Susan Orlean, defiende como verdadera: en la primera edición de los Oscar, en 1929, Rin Tin Tin se impuso en las votaciones de la categoría masculina, contempladas más como reconocimiento a la popularidad que como premio a la interpretación, pero a la Academia no le gustó la idea de entregar su galardón recién estrenado a un pastor alemán. Prefirió dárselo a un actor alemán, Emil Jannings.

La biógrafa reclama que se repare la injusticia con una estatuilla póstuma para Rin Tin Tin. Y, de paso, da una clave sobre la razón por la que el pastor alemán impresionaba tanto en sus películas, que también sirve para nuestro travieso Uggie y 'The Artist': «En las cintas mudas, un animal podía parecer omnisciente y, a menudo, mucho más sensato que los seres humanos. Con el diálogo, la diferencia de estatura entre un perro mudo y un actor que hablaba se volvió insalvable».