Uno de los cinco fallecidos en el naufragio del 'Costa Concordia' es español
El cadáver de Guillermo Gual, mallorquín de 68 años, y el de un hombre italiano fueron encontrados ayer dentro del barco
ROMA. Actualizado: GuardarLa investigación sobre el asombroso naufragio del crucero 'Costa Concordia' en la costa italiana, el pasado viernes, ofreció ayer nuevos datos que agravan la posición de su capitán, ya arrestado y que ha dormido en la cárcel. Es más, la medida se ha argumentado por el peligro de fuga y de alteración de pruebas. Francesco Schettino se arriesga a 15 años de cárcel. Según el fiscal de Grosseto, Francesco Verusio, que dirige las pesquisas, la nave tardó una hora en lanzar la alarma a la Guardia Costera, desde que chocó con un arrecife cerca del puerto de la isla del Giglio. El impacto fue a las 21.45 horas. Y la primera llamada, a las 22.43 horas, cuando el barco ya estaba inclinado y salían los primeros botes de pasajeros.
El análisis de la caja negra y de los datos registrados por satélite de la ruta del barco desvelarán en un par de días por qué acabó en las rocas. Según la versión del capitán, habría chocado con un escollo «que no figuraba en las cartas náuticas» y decidió acercarse a la costa por seguridad. No obstante, el fiscal ya adelantó ayer que el 'Costa Concordia' navegaba a 150 metros de tierra, una auténtica temeridad para un buque de ese calado y en aguas problemáticas, según los expertos. «Es una distancia increíblemente cercana, así era inevitable que se encontrara con un escollo bajo la nave», asegura el ministerio público.
En medio de la conmoción mundial por el naufragio, el de la nave más grande nunca registrado, con 4.232 pasajeros de 60 nacionalidades, entre ellos 188 españoles, ayer seguían contrarreloj las labores de rescate. Los bomberos han ido revisando las cabinas, una por una, en la parte del buque que emerge del agua. El hallazgo de dos cuerpos, dos ancianos con el chaleco salvavidas puesto, subió ayer a cinco el número de fallecidos, mientras el de desaparecidos se ha reducido de 41 a 15, nueve pasajeros y seis miembros de la tripulación. Entre ellos hay un español, un hombre de 68 años, de Palma de Mallorca, que se lanzó al agua cuando se inclinaba la nave. Se teme que muchos de ellos puedan estar en la parte sumergida del barco, o que todavía haya gente encerrada en sus camarotes, pues se oyen ruidos en el interior. El apagón que sufrió el barco a los pocos minutos del choque pudo bloquear los sistemas eléctricos de las puertas de los camarotes, que se abren con tarjetas magnéticas.
La buena noticia del día fue el rescate de una pareja de coreanos, de 29 años, más de 24 horas después del siniestro. Hye Jim Jeong y Kideok Han, dos profesores de física y química, estaban de luna de miel y habían embarcado en Civitavecchia, dos horas antes de la tragedia. Su relato, a una agencia italiana, refleja una vez más el caos de la emergencia: «No oímos ninguna alarma, solo vimos una persona que entró en nuestra cabina y nos intentó explicar algo en italiano. Cuando fuimos a las salidas de emergencia estaban bloqueadas, no pudimos volver al camarote y hemos aguantado con lo puesto en un rincón, con hambre y frío, hasta que hemos oído los gritos de los bomberos».
También fue rescatado ayer el jefe comisario de a bordo, Marrico Giampetroni, descrito como un héroe, pues ayudó a numerosas personas a salvarse pero al final sufrió una fractura en una pierna y quedó atrapado en el puente 3.
Pasados ya dos días del naufragio, empieza a imponerse otro problema nada fácil: las 2.380 toneladas de gasóleo que quedan en los depósitos del barco, en una zona de alto valor ecológico, y qué hacer con la propia nave. El ministro de Medio Ambiente, Corrado Clini, ha explicado que están listos los cordones flotantes para aislar un hipotético vertido y se estudian las soluciones. En principio, se vaciarían los tanques, una operación que tardaría dos semanas. El barco debería ser reparado, puesto de nuevo a flote y llevado a puerto, una tarea compleja con sus 293 metros de largo y 114.500 toneladas de peso. Si no, habría que desmontarlo. Y tiene que ser rápido, pues existe el riesgo de que se acabe deslizando a una profundidad mayor.