Imagen de Draghi 'pillado' al volante sin cinturón y hablando por el móvil. :: SUR
Sociedad

Draghi por fin es humano

El impecable presidente del BCE, considerado en su país casi alemán, es pillado al volante sin cinturón y hablando por el móvil

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Hasta las meteduras de pata le salen bien a Mario Draghi, el impecable y robótico presidente italiano del Banco Central Europeo (BCE), a quien no se conoce un fallo. Podría serlo el haber sido número dos de Goldman Sachs en Europa de 2002 a 2005, firma acusada de ser una de las causantes de la actual crisis, si no fuera porque cosas así hoy sirven hasta para ser ministro.

A Draghi le ha pillado un 'paparazzo' de la revista 'Oggi' mientras conducía por Roma sin cinturón de seguridad y hablando por el móvil. Serían unos 700 euros de multa y diez puntos menos. En otro país habría sido un desdoro, pero en Italia le ha humanizado, porque era tenido prácticamente por un alemán infiltrado, dado su rigor y disciplina. Hasta el 'Bild', el diario populista germano le retrató con un casco prusiano. Si se le suma que viajaba en un humilde Toyota Yaris, de bajo consumo y mínimo impacto ambiental, iba él mismo al volante y sin escolta, la impresión del italiano medio, acostumbrado a la ostentación de los políticos, ha sido favorable.

En Draghi no son nuevos los gestos de este tipo y a veces iba en metro a trabajar, pero en tiempos de austeridad ha tenido más repercusión. Es un síntoma más del curioso estado de ánimo que vive Italia bajo el Gobierno técnico de Mario Monti, otro señor irreprochable visto como un alemán y a quien, de hecho, le gusta definirse así. Según un humorista, «supura humanidad de cada microchip».

Hay nuevos fenómenos de interés sociológico. Más allá de que ya se sigan sin ansiedad en el telediario las visitas del primer ministro al extranjero, sin temor de ataques de vergüenza ajena, ha sido increíble ver dimitir a un alto cargo. Carlo Malinconico, subsecretario de la presidencia del Gobierno, ha caído por un asunto que hasta hace nada le habría valido la promoción o al menos un vale premio para el 'bunga bunga': la trama corrupta de 'la Cricca', que untaba peces gordos para obtener contratos públicos.

Demasiados escándalos

En las revistas del corazón también han causado furor las fotos de los presidentes de ambas cámaras del Parlamento y otros dos líderes políticos pegándose unas vacaciones de ensueño en las Maldivas en Nochevieja. Pagadas por ellos y con todo el derecho, pero que han sido mal vistas.

Más polémica ha causado la irrupción de 80 agentes de la Guardia di Finanza en fin de año en Cortina D'Ampezzo, centro 'vip' de las vacaciones de nieve, para identificar a los dueños de coches de lujo y comprobar su renta. No fue mal: 42 de 133 habían declarado menos de 30.000 euros.

También los parlamentarios sufren el nuevo rigor, pues les han subido los precios del restaurante, que eran un escándalo, y ahora salen fuera a comer, que les hacen descuento con un menú de 20 euros. El símbolo de este nueva era, que habrá que ver cuánto dura, es un futbolista de Segunda, Simone Farina, del Gubbio, cuyo mérito es haberse negado a vender un partido por 200.000 euros. Ha sido convocado por la selección como premio y homenajeado en el Balón de Oro. En Italia sigue todo al revés: cumplir el deber resulta heroico y es signo de reconfortante normalidad violar las reglas, como conducir sin cinturón.