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Vaya tela

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Las redes sociales son la telepatía de nuestra generación. O será la manía que tenemos de transmitir en directo nuestras vidas tecleando con los pulgares en la blackberry. Del comentario ingenioso al aviso para navegantes, el presente pasa por leer lo que hacen los otros a cambio, en ocasiones, de contarle a los otros cómo nos va. Lo mismo es una nueva rama de periodismo que acaba con los periódicos y los noticiarios tal como hoy los conocemos. Lo mismo es una moda fugaz hasta que llegue otra virguería tecnológica.

Pero anteayer mismo, el mensaje que llega a través de Facebook: «Si le tenéis algo de aprecio a vuestra vida, os recomiendo que hoy no vayáis al centro comercial de moda. He pasado miedo». No sé si la anónima corresponsal quería quedarse ella sola con el rebajeo de rigor o si, en efecto, la cosa estaba como en los chistes, que me imagino que así sería, porque hay que ver lo que nos pierde un descuento. Ni por uno ni por dos ni por tres, da lo mismo que tengamos la casa llena de los regalos recibidos el día de Reyes ni que la hipoteca nos mire con dientes afilados: cuando hay rebajas, no hay discusión, allá que vamos.

Lo curioso es que existan las rebajas, porque en el fondo me da que es, una vez más, verle las costuras al sistema. Si lo que el jueves valía tanto el sábado vale la mitad, siempre queda la duda de qué cuesta en realidad producirlo y venderlo, y si no saldría más a cuenta vender más barato todo el año para que luego no se queje nadie de que hay más tela de araña en los escaparates que tela del tejido de la ropa que se expone.

Es difícil, en la provincia, plantear una campaña de ropa de invierno allá por septiembre cuando vamos con manguita corta hasta bien entrado noviembre. Como la gente no es tonta, espera a las rebajas, que entran justo cuando empieza el frío. Como las empresas tampoco son tontas, luego lo que se ofrece en las rebajas no es exactamente de este año, pero el avío es el avío. Estaremos de rebajas dos meses más, pero luego vendrán semanas fantásticas, tres por dos, aniversarios y sorteos: todo por desalojar los estantes. Y todo en medio de una crisis. Extraño sistema capitalista este.

Vaya tela.