Inferioridad. Los jugadores del Xerez se vieron superados por el Deportivo de La Coruña y además tuvieron que jugar gran parte del segundo tiempo con un futbolista menos. :: VANESSA CASTELEIRO
CRÓNICA

Demasiado duro para empezar el año

Una primera parte penosa, un gol en propia puerta y una rigurosa expulsión impiden que el Xerez saque renta alguna de Riazor

Actualizado: Guardar
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Si había un sitio complicado para dar el primer paso del 2012 ése era Riazor. El terreno de juego más complicado de la categoría. El destino quiso poner esa dura prueba en el camino de los azulinos y los xerecistas no supieron superarla. Es más, dieron un paso atrás después de la última victoria ante el Cartagena, ya que durante muchos minutos se echó en falta esa prometida intensidad, garra y competitividad que es lo mínimo que debe poner sobre el campo un equipo que quiere mantener la categoría. Y es que una de las muchas cosas que demostraron los 90 minutos de partido es que los azulinos están muy lejos de luchar esta temporada por la pelea de la mitad alta de la tabla. No era ninguna sorpresa, pero el Deportivo de La Coruña se encargó de aclararlo -si es que existía alguna duda-.

La primera parte del Xerez en Riazor fue de vergüenza. No hubo por donde cogerla y no valen las excusas por más que estuviera el Deportivo de La Coruña delante. Puede que el cuadro gallego sea el mejor de Segunda División, pero delante de un indolente Xerez Deportivo, los de José Luis Oltra parecían los mejores de Europa.

Las facilidades que permitían los azulinos eran de todos los colores y formas hasta el punto que el Depor se adelantó en el marcador con un gol de Lombán en propia puerta. Y eso no fue ni mucho menos lo peor, pues en el tanto que el de Avilés logra en su portería tiene su dosis de mala fortuna, pero la pasividad, la falta de intensidad, la dejadez y la apatía con la que defendían los hombres de Vicente Moreno fue la culpable de que el cuadro local se paseara a sus anchas durante la primera parte.

El Xerez existió durante un cuarto de hora -en el que Vélez incluso logró enviar el cuero al fondo de la portería de Aranzubia, pero el tanto no tuvo validez por un evidente fuera de juego-. Más o menos el tiempo que el Depor le permitió tener el balón. Durante esos minutos los azulinos controlaron la situación y crearon alguna que otra ocasión aunque sin demasiado peligro. Las triangulaciones eran demasiado lentas, los xerecistas conducían en exceso el balón y sus jugadas eran teledirigidas y previsibles.

Luego, y ya con el marcador en contra, el Depor se hizo dueño y señor del encuentro. Llegaba sin problema alguno a la frontal del área del Xerez y allí tocaba la bola, hacía ronditos y finalizaba la jugada para la desesperación de un Toni Doblas que no paraba de gritar a sus propios compañeros. Los centrales no sabían ni por dónde les venían, pero mucha culpa de ello la tenía la inexistente presión de Bruno Herrero y José Rueda. Capítulo aparte merecen los regatitos de Capdevila en su propia frontal y con el Depor metido en el área del Xerez casi en su totalidad.

En una de esas cómodas transiciones, Juan Domínguez se plantó en tres cuartos sin oposición alguna y asistió a Guardado. El mejicano destapó su calidad dentro del área y con un recorte y un tiro cruzado puso el segundo tanto en el marcador.

La falta de agresividad azulina permitió que el cuadro coruñés gozara de numerosas ocasiones para hacer el tercero antes del descanso, pero la última jugada del primer tiempo sirvió para todo lo contrario, para que el Xerez cogiera algo de vida gracias a un libre directo de Campano que sorprendió a Aranzubia. Después de mucho tiempo, el Xerez logró un gol de falta. Campano le pegó bien al palo del portero y el meta local puso de su parte para que los de Moreno se fueran al vestuario pensando que todavía podían sacar algo positivo de Riazor. El valenciano tiró del banquillo, metió a José Mari y Cordero y el equipo levantó un poco el vuelo. Pero a los pocos minutos de la reanudación Capdevila y el árbitro se encargaron de estropearlo todo, pues. El maño le echó un poco de cuento y Prieto Iglesias se puso riguroso. La cuestión es que lo que pudo ser un penalti terminó siendo la segunda amarilla para Capdevila por simular y los azulinos pusieron punto y final al partido al quedarse con uno menos.

El cansancio fue haciendo mella y los jerezanos fueron viendo cómo el Depor dormía poco a poco el encuentro. La grada de Riazor tenía cierto temor a un susto final, pero el Xerez tenía las buenas acciones de Vélez (el mejor de los xerecistas) y poco más.

Aún así lo mejor para los jerezanos es que todos los equipos de la zona baja perdieron y siguen a dos puntos del descenso. Lo peor, que la cuesta de enero no ha hecho más que comenzar.