El candidato libertario
Actualizado: GuardarDurante todo el año, políticos, estadistas y aficionados se han llenado la boca al rechazar la posibilidad de que Ron Paul llegue a ser candidato del Partido Republicano, y aún lo siguen diciendo. Pero su segundo puesto en las encuestas de Iowa les obliga a reconocer que puede ganar la primera contienda de la eliminatoria. Es más, incluso si pierde la nominación nadie descarta que opte por convertirse en el tercero en discordia, lo que arruinaría las posibilidades electorales del Partido Republicano, como Ross Perot le regalase la victoria a Bill Clinton en 1992 o Ralph Nader a George W. Bush en 2000. Después de todo, Paul no es ni mucho menos un republicano de hueso colorado, sino un libertario.
Su única lealtad ideológica responde al principio de que cuanto menos gobierno, mejor, y en eso no perdona ni al inviolable principio de la Seguridad Nacional que tantas guerras justifica. Los republicanos aplauden cuando habla de eliminar el sistema de recaudación de impuestos pero se llevan las manos a la cabeza cuando se opone a atacar Irán porque «no hay ninguna evidencia de que tengan armas nucleares».
Pero de haberlas, Paul recuerda que Estados Unidos vivió la Guerra Fría con 30.000 cabezas nucleares apuntándole sin que eso desatase un ataque. «Lo que temo que está pasando aquí es que nos están preparando para otro Irak. Esto es propaganda de guerra», afirma el veterano político que sirvió de 1963 hasta 1968 a la Fuerza Aérea norteamericana como cirujano de vuelo durante la Guerra de Vietnam.
Para el texano de 76 años que se ha pasado la vida creando una organización de bases semejante a la de Barack Obama y hace palidecer los esfuerzos de recaudación de fondos de cualquier otro candidato, ésta es su última oportunidad de llegar a la Casa Blanca. Por eso ha decidido que no se presentará a la reelección como diputado, para poder dedicar todas sus energías a esta contienda electoral.
Su hijo, Rand Paul, también médico, llegó en noviembre al Senado con el apoyo del Tea Party y puede alinearle muchos votos. Los analistas le reconocen un impresionante ejército de voluntarios, reclutados en los campus universitarios, donde defiende apasionadamente al movimiento de Occupy Wall Street y capta simpatías entre la izquierda y la derecha porque siempre dice lo que piensa, sin importarle a quien pueda molestar. El desapego de Paul hacia el sistema puede convertirle en el factor sorpesa de la campaña.