Editorial

Presupuesto útil

La Casa del Rey ha dado a conocer sus cuentas en un ejercicio de transparencia que muestra los razonables costes de la Monarquía

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El desglose hecho público ayer por la Casa del Rey de los 8.434.280 euros consignados en los presupuestos generales del Estado a su nombre es un ejercicio de transparencia que subraya la inserción de la Monarquía en la vida democrática. Un gesto que en ningún caso pierde valor por el hecho de que su publicación coincida con un momento delicado para la familia del Rey a causa de las anómalas actividades de Iñaki Urdangarin. La acción de la Corona descansa sobre el presupuesto que para cada ejercicio aprueban Las Cortes con destino a la Casa del Rey. La distribución de esa cantidad corresponde constitucionalmente al propio Monarca, que ha de atenerse a la estructura legalmente diseñada de la institución que encarna, y el control de su ejecución a un interventor del Estado. El desglose que se dio a conocer ayer ofrece unas cifras razonables tanto en lo que se refiere a la remuneración de los miembros de la Corona y a los gastos de representación de una tarea eminentemente representativa, como a la financiación de sus actividades, la adquisición y mantenimiento de los medios precisos y al coste del personal propio o destinado al servicio de la Casa del Rey. Aunque es posible que el propio acceso público a dicha información, satisfaciendo una demanda legítima de la ciudadanía, contribuya también a que se recaben más detalles, a que se cuestione tal o cual epígrafe e incluso a que se discuta el coste que la institución de la Monarquía representa para el erario. La publicación del desglose de sus gastos presupone, por parte de la Corona, la asunción del debate que pudiera suscitarse al respecto. Pero la defensa pública y política de la idoneidad de las cuentas del Rey no corresponde al propio Monarca o a los responsables de su Casa sino a quienes en Las Cortes las secundaron con su aprobación. La relevancia de la Corona en la arquitectura constitucional española no puede reducirse al crucial papel que jugó en la Transición, por mucho que en gran medida ello explique el aprecio social del que goza. Su función institucional sigue siendo imprescindible tanto por su contribución permanente a la convivencia entre los españoles como en cuanto a la realización de los intereses de nuestro país en la esfera internacional. Las cuentas que se dieron a conocer representan, por encima de todo, un presupuesto útil y rentable.