Gasol y el 'Boxing Day'
CORVO Actualizado: GuardarSegundos fuera. Se ha abierto la veda. Criticar a Pau Gasol se ha convertido en el deporte de moda entre muchos de los fans más acérrimos de los Lakers, esos mismos que lo ensalzaban diciendo no hace mucho tiempo que era el complemento ideal para Kobe Bryant, el pilar sobre el que se sostenían los anillos de púrpura y oro.
Ilusos. Ellos y el propio Gasol, que había vivido unos añitos de vinos y rosas y durante las dos últimas semanas ha vuelto a probar otra de las oscuras aristas que emanan de la NBA, la misma que ya le rozó la comisura de los labios en sus últimos días en Memphis. En aquella ocasión la historia terminó con el dulce sabor de saber que en la ruleta rusa de los traspasos la silla se detuvo con el aro de cara, muy de cara, para anotar con uno de esos mates a una mano que tanto nos tiene acostumbrados.
Pero no es oro todo lo que reluce -o lo que relucía, mejor dicho-. Detrás de los focos que iluminaban el domingo por la noche la izada de bandera del estandarte de Dallas como campeón del año pasado, de Spike Lee chocándole la mano a Carmelo Anthony a pie de pista o de Ricky Rubio alucinando en sus primeros días en Minnesota se esconde un negocio bestial que únicamente tiene apego a un color, el del dinero.
De esa rueda fue de la que se bajó Juan Carlos Navarro y de la que estuvo tentado de hacerlo Rudy Fernández no hace muchos días cuando empezaron a marearle un poquito en los Mavs.
Tampoco vale ahora criticar las reglas del juego cuando es tu figura la que sitúan en la silla de cambios. Toca aguantar el chaparrón y ser consciente de que la edad y los objetivos de Lakers obligan a Gasol a buscar a corto plazo una salida. Lo que debe procurar es hacerlo como se merece: con dignidad y grandeza, la misma que ha ofrecido. Nada del Snoop Dogg de turno llamándote «blando de mierda» ni «jodido bebé destetado», que el 'Boxing Day' es otra cosa que se jugó ayer en Inglaterra. Y mucho más agradable.