Soldados nigerianos intentan controlar a la población en uno de los lugares atacados. :: AFOLABI SOTUNDE / REUTERS
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Una oleada de atentados siembra el terror en Nigeria

Una secta islamista acaba con la vida de al menos treinta personas en una serie de ataques contra iglesias católicas

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Una cadena de atentados contra iglesias católicas de Nigeria acabó ayer con la vida de al menos una treintena de personas. La secta islamista Boko Haram no tardó en reivindicar estos ataques terroristas contra los templos de Madalla, Jos, Damaturu y Gadaka. Este grupo, cuyo nombre significa 'las enseñanzas occidentales están prohibidas', tiene como objetivo instaurar una versión más radical de la 'sharia' (la ley del Islam) y, desde hace unos años, mantiene una sangrienta lucha armada con el Ejército nacional.

La primera y la más mortífera explosión sucedió en la de la iglesia de Santa Teresa de Madalla, a apenas 40 kilómetros de Abuya, la capital nigeriana. Según uno de los testigos, Nnana Nwachukwu, el artefacto estaba situado en una carretera cercana y la deflagración se produjo justo cuando «los feligreses estaban saliendo de la tradicional misa de Navidad». Al menos 29 personas murieron en este ataque, pero las autoridades locales avisaron que la cifra podía aumentar a medida que se desarrollen las labores de desescombro. Además, la situación de muchos heridos se puede agravar, ya que su traslado a centros hospitalarios se demoró muchísimo porque no había suficientes ambulancias.

De inmediato, la policía acordonó las inmediaciones de la iglesia de Santa Teresa. Pero necesitó un mayor número de agentes para calmar los ánimos, ya que miles de jóvenes trataron de bloquear la autopista que comunica Abuya con la zona norte del país, de mayoría musulmana. Por esa razón, las fuerzas de seguridad se vieron obligadas a disparar varias veces al aire y a utilizar botes de gas lacrimógeno.

Horas después de este primer ataque, una fuerte explosión sacudió la iglesia de la Montaña de Fuego y los Milagros de Jos, en el centro de Nigeria. En esta misma localidad, la policía desactivó otros dos artefactos por los que arrestó a un hombre en calidad de sospechoso.

Un tercer atentado golpeó otro templo de la localidad de Gadaka, en el norte del país más poblado de África, y dejó un gran número de heridos. La cadena de ataques se completó con dos explosiones en la ciudad de Damaturu, en el noroeste. Aun así, las autoridades no facilitaron un balance oficial de los daños y el número de víctimas mortales en este punto del país.

El presidente de Nigeria y líder de la población cristiana, Goodluck Jonathan, condenó estos «desafortunados» incidentes. Confió en que Boko Haram no permanecerá activa «siempre» y espera que, más pronto que tarde, «desaparezca algún día».

Esta cadena de atentados tiene lugar solo dos días después de que 50 milicianos de Boko Haram murieran en un tiroteo en Damaturu, en el noroeste del país. Las elecciones del pasado mes de abril dejaron patente la fractura existente entre las provincias ricas en petróleo del sur, de mayoría cristiana, y las regiones musulmanas del norte, cuyos líderes se negaron a aceptar los resultados de los comicios. Desde entonces, la violencia en las provincias cercanas al Sáhara no ha hecho más que aumentar con la sucesión de atentados terroristas.

Se calcula que, desde julio de 2010, más de 250 personas han muerto en Nigeria a causa de atentados perpetrados por Boko Haram. Uno de los más recordados es el que sufrió en agosto la sede de la Naciones Unidas en Abuya y en el que murieron 24 personas.

El Vaticano se apresuró a condenar los atentados de ayer. «Por desgracia, este caso es una nueva muestra de la crueldad y del odio ciego y absurdo que no muestra ningún respeto por la vida humana y busca provocar y alimentar más odio y confusión», afirmó el portavoz de Benedicto XVI, el padre Federico Lombardi. Aseguró que «esta violencia sin sentido no puede socavar la voluntad de convivencia pacífica y diálogo en Nigeria».