MIGUEL ARIAS, MINISTRO DE AGRICULTURA SIN PESCA
Actualizado: GuardarLa pesca está tan chunga -no nos engañemos- que ni siquiera vale para darle nombre a un ministerio. El primer gobierno de Mariano Rajoy ha eliminado dicha actividad de su nomenclatura, que se reduce ahora a la Agricultura, a la Alimentación y al Medio Ambiente. Las palabras las carga el diablo y las aguas bajan definitivamente turbias para el sector. No vale pensar en que el nuevo titular de dicha cartera, Miguel Arias Cañete, sea más de tierra adentro, por su vinculación con Jerez de la Frontera y con Madrid, donde naciera y por donde ha vuelto a resultar electo como resultado.
Esa condición suya de marinero en tierra no le impidió asumir ese mismo cometido entre 2000 y 2004 aunque tuviera que capear el temporal de la liquidación de los convenios de pesca con Marruecos y la reconversión de la flota. Ya por entonces, la población de Barbate se había quedado con su cara. Allí, entre diciembre de 2000 y abril de 2001, se vivieron una serie de movilizaciones en demanda de la renovación de un acuerdo que no llegó nunca. Tres dieciséis meses de amarre, los pescadores de dicha localidad gaditana a la que ahora vuelve a noquear el paro se echaron a la calle con el respaldo de partidos políticos y comerciantes. Por aquel entonces, la alcaldía la asumía Juan Manuel de Jesús, del PP, quien aseguraba: «La reconversión supone destrucción de trabajo yaquí no hay alternativas». Boquerones perdidos, y nunca mejor dicho, para que volviera el acuerdo hubo que esperar al incidente del Perejil y a que la Unión Europea se aviniese a un nuevo convenio andando el tiempo. Encierros, manifestaciones e incluso bloqueo de camiones marroquíes cargados de pescado que habían desembarcado en Algeciras jalonaron aquellos meses que tampoco sirvieron de mucho y a pesar de que las protestas llegaron incluso a Galicia. Comenzó entonces la creación de empresas mixtas, que no sólo hicieron menguar la flota con base en los puertos andaluces sino también la flota canaria.
A pesar de aquello, Miguel Arias cuenta con un buen talante negociador, aunque lo cierto es que ya queda poco por negociar. A fin de cuentas, cabría preguntarse si el fracaso del convenio en vigor obedece en realidad a los informes prosaharauis del Parlamento Europeo o se trata simplemente de una cuestión de dinero. Ya ocurrió en 1995, cuando Marruecos reclamaba 90 millones de euros al mes para que Europa faenase en sus aguas pero reduciendo un 80% en el número de buques y cambiando su forma de contratación. Entonces, el convenio final costó 506,4 millones de ecos, para grandes barcos industriales que faenaban al sur de Cabo Noun y al norte de dicha franja para la flota andaluza y levantina. El acuerdo que estaba en prórroga y que se ha cancelado sorpresivamente antes de la nueva firma prevista para el mes de febrero se suscribió en 2007 y había vencido en febrero de este año. En total, costó 144,4 millones de euros, más canon por barco y por toneladas según especies. En este acuerdo se incluye la pesca pelágica de grandes barcos holandeses, con porte de 3.000 GT/buque, autorizados a pescar exclusivamente al sur de cabo Noun, por lo que también le afecta la decisión del Parlamento Europeo.
El nuevo ministro de Agricultura sin Pesca tiene a su favor que conoce Cádiz desde antes de hacerse con una plaza de abogado del Estado, allá por 1974, trabajando durante cuatro años en las delegaciones de Hacienda de Jerez y Cádiz hasta que en 1978 abandonó la administración para centrarse en la docencia como profesor en la Facultad de Derecho de Jerez, ciudad en la que contrajo matrimonio con Micaela Domecq y Solís-Beaumont, con la que tiene tres hijos. Se incorporó a Alianza Popular en 1982 y desde entonces ha sido sucesivamente parlamentario andaluz y senador al mismo tiempo (1982-1986), diputado en el Parlamento Europeo (1986-1999), concejal en el Ayuntamiento jerezano (1995-2000) o senador por Cádiz. (2000-2004), antes de que ese último año ya apareciera en las listas por Madrid. Aquí, sin embargo, sigue contando con amigos sobrados entre sus compañeros de partido, no sólo en el Jerez de María José García Pelayo a la que en su día aupó como candidata a la alcaldía sino en el Cádiz de Teófila Martínez, que de nuevo se ha quedado sin ministerio, o en la Algeciras de José Ignacio Landaluce.
Arias ya ha dejado claro que su primer viaje oficial tendrá lugar a Bruselas, en cuyas sedes comunitarias se cuece buena parte de lo que afecta a las cuestiones relacionadas con su departamento ministerial, incluyendo la Política Agraria Común que se debatirá en 2012 y, por supuesto, la pesca aunque no se le mencione en el enunciado del mismo. ¿Se atreverá a visitar Barbate? Probablemente, si. A pesar de sus salidas de tono -de corte machista hace unos días en Jaén y un tanto xenófobas sobre su valoración de los camareros de antaño, hace más tiempo-, Arias no es un político que despierte virulencia ni animadversión y suele fajarse en el diálogo. También ha demostrado ser un todoterreno que lo mismo sirve para desbancar al olvidado Miguel Pizarro como secretario de Economía del Partido Popular, presidir hace cuatro años el comité electoral de esa misma formación o para postularse, como así ocurriera hasta el pasado miércoles, como posible nuevo ministro español de Asuntos Exteriores. Sus viejos colaboradores en el antiguo ministerio de Agricultura recuerdan todavía su frase más recurrente: «¿Nos toca hoy alguna crisis?". Pues parece que sí. Ayer, por ejemplo, volvían al Estrecho las lanchas cargadas de inmigrantes clandestinos. ¿Quizá un síntoma de que las relaciones hispano-marroquíes nunca fueron especialmente buenas bajo los gobiernos del PP?