El cirujano francés que salvó la vida al dictador
SHANGÁI. Actualizado: GuardarFrançois Xavier Roux, un cirujano francés, viajó de urgencia a Corea del Norte en 2008 para atender a un paciente cuyo nombre no le fue revelado. A su llegada, los médicos le mostraron una pila de informes sobre los que le pidieron opinión. La mayoría no revestían ninguna gravedad, pero uno estaba en estado crítico. Solo pudo acceder a él tras horas de discusión: era Kim Jong-il, y había sufrido un infarto cerebral. «Mi trabajo fue el de salvar su vida en coordinación con los sanitarios locales a quienes tenía que dar consejo», recordó en una entrevista a la agencia Associated Press, y en la que declinó dar detalles de la situación aduciendo los secretos profesional y de Estado. «Cuando llegué estaba en coma, en muy mal estado», se limitó a contar en el primer relato de un episodio que Corea del Norte no ha reconocido jamás.
«No tengo ni idea de por qué me contrataron a mí», aseguró Roux, que ya había atendido al segundo Kim de la dinastía norcoreana en 1993, cuando sufrió un traumatismo por una caída. No obstante, el cirujano sostiene que los médicos norcoreanos temían tomar decisiones por su líder, y preferían tener a alguien desapegado para determinar correctamente un tratamiento que, finalmente, le permitió salir indemne de su enfermedad.
Cuando Roux salió del país, diez días después, el dictador ya estaba consciente y hablaba. Tanto que se mostró «profundamente francófilo» y le aseguró a Roux su deseo de establecer relaciones diplomáticas con la república gala.