ESPAÑA

Rubalcaba tiende la mano a grandes pactos con el nuevo Ejecutivo

El líder provisional de la oposición sostiene aun así que el plan de Rajoy tiene muchas lagunas y defiende que habrá que subir impuestos

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Si de Alfredo Pérez Rubalcaba dependiera, que está por ver, la legislatura que ahora arranca podría acabar siendo la que más grandes pactos alumbre entre los dos principales partidos españoles, Transición al margen. Pocas veces se ha oído un discurso tan abierto a la colaboración como el que protagonizó ayer el líder provisional de la oposición; dispuesto a hablar de todo, incluso de aquello que a priori le parece inadecuado, como la nueva reforma laboral que Mariano Rajoy pretende tener lista en el primer trimestre de la legislatura.

Rubalcaba mantuvo cierta cautela. Sobre todo, porque está convencido de que el futuro presidente del Gobierno aún se guarda cartas bajo la manga y que, aunque evitara explicitarlas en su primera intervención ante el pleno, vendrán medidas desagradables a las que, probablemente, se oponga con firmeza. Los socialistas aseguran que las cuentas no cuadran y que, para cumplir el objetivo del déficit del 4,4% en 2012, habrá que recortar más de los 16.500 millones de gasto a los que se refirió Rajoy. Fundamentalmente, si al mismo tiempo se pretenden poner en marcha estímulos fiscales.

El dirigente socialista dio la bienvenida a ayudas a pymes y autónomos y a incentivos a la contratación de menores de 30 años, pero insistió en que todo eso exigirá dinero que solo puede venir vía impuestos. Es más, se mostró convencido de que finalmente el PP subirá el IVA; algo que, por cierto, el aspirante a la investidura no descartó en ningún momento.

Suspicacias al margen, el jefe de las filas socialistas mostró un «espíritu positivo» y una plena disposición al diálogo aun con 'líneas rojas'. Estuvo de acuerdo en poner en marcha una reforma de las Administraciones Públicas para buscar la sostenibilidad del sistema; dio por bueno que hay que profundizar en la reforma del sistema financiero; se mostró dispuesto a convertir en ley el catálogo de servicios sanitarios y aceptó volver a cambiar la legislación laboral... «Saldremos más deprisa de los grandes problemas cuanto más juntos estemos», insistió.

En el capítulo de los 'peros', un límite al ajuste del gasto público: «Si lo que busca es recortar derechos, nos tendrá radicalmente en contra». Otro al saneamiento de bancas y cajas y a la búsqueda de una solución para los activos tóxicos: «Que no se eche una mano con fondos públicos a quienes especularon». Y un matiz de calado a la reforma del mercado de trabajo: «no estamos de acuerdo con el contrato único, ni con los 'minijobs', lo que no quiere decir que no seamos partidarios de hablar de reformas, pero explotemos antes todas las potencialidades de la última».

«Nos va a encontrar mucho más escuchando que criticando, proponiendo que descalificando, pero defenderemos firmemente el Estado de bienestar y una salida justa de la crisis», insistió. En lo que sí dio carta blanca fue en política antiterrorista. Y también propuso acordar la política europea.

Fecha de caducidad

La palabra de Rubalcaba, aun así, vale hasta el próximo congreso federal del PSOE, a principios de febrero. Después, cabe la posibilidad de que no siga siendo el presidente del grupo parlamentario. Y quien le suceda (si es que le suceden) no necesariamente ha de apostar por su misma estrategia. De hecho, algunas voces creen que es un error no hacer una oposición más agresiva, aunque acto seguido subrayan que el ex vicepresidente primero del Gobierno no tiene demasiado margen para tomar otro camino, habida cuenta de su papel en el Ejecutivo que congeló las pensiones, recortó el sueldo a los funcionarios públicos y subió el IVA.

No fue la de ayer la intervención más aplaudida de Rubalcaba entre sus propias huestes. Quizá porque con 110 diputados los ánimos no están para fiestas, quizá porque todos eran conscientes de que era el día grande de Rajoy o tal vez porque el partido está realmente dividido. La ministra de Defensa en funciones y su previsible rival en la lucha por la secretaría general, Carme Chacón, por ejemplo, no hizo esfuerzo por aparentar entusiasmo; ni siquiera aplaudió en momentos en los que todo el PSOE lo hacía.

En la tribuna de invitados, no faltaron nombres de interés: entre ellos, el líder del PSM, Tomás Gómez o el alcalde de Toledo, Emiliano García-Page.