TRES MIL AÑOS Y UN DÍA

SIN ATUNES EN EL PARAÍSO

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El mismo día que tuvieron que volver los barcos, la Guardia Civil daba un mazazo al narcotráfico en la costa de Cádiz con la 'Operación Pendrives'. Ya no se pescan atunes en el paraíso, atunes de ningún tipo. Y, en plena crisis financiera y de la burbuja inmobiliaria, la precariedad se dispara en poblaciones gaditanas como Barbate.

A escala internacional, los analistas entienden que el veto europeo al acuerdo de pesca con Marruecos, sólo ha beneficiado a la causa política del pueblo saharaui que, desde mediados de los 70, reivindica la titularidad del antiguo Sáhara español y, claro es, de sus bancos de peces. Aunque Marruecos dice que le beneficia la ruptura del acuerdo, habla con la boca chica: difícilmente lo hubiera mantenido si esto no fuera así y la decisión comunitaria arroja un vaso de agua fría sobre su posición en el contencioso saharaui. Pero, en toda esta diatriba, quien sale perdiendo, en verdad-verdad, es la provincia de Cádiz y, en especial, uno de sus municipios.

Barbate estaba con el agua al cuello mucho antes de que el miércoles 14 de diciembre de 2011, el Parlamento Europeo, por un estrecho margen, anulase la prórroga del Acuerdo de Pesca entre Marruecos y la Unión, que había vencido en febrero y que tendría que haber sido renovado antes de ese mismo mes de 2012. Este asunto no sólo afecta a dicha localidad gaditana, ya que también trae cola en los puertos de Conil, Algeciras y Tarifa, y no parece que el retorno de la flota vaya a poder compensarse con el aumento en la cuota de bacaladillas, anchoas y merluzas del Golfo de Cádiz que España lograba el viernes de la Unión Europea.

Erase una vez en que la flota andaluza disponía de mil barcos en los caladeros al sur y al norte de Cabo Noun y los muelles gaditanos hervían con pesqueros llegados desde Galicia, País Vasco o Valencia, al rebufo de dicha pesquera. Baste decir que entre 1970 y 1990, la flota pesquera andaluza perdió 800 embarcaciones. En 2001 la flota pesquera andaluza que faenaba en el caladero marroquí estaba compuesta por unos 234 barcos y 14.933 TRB y daba empleo directo a un total de 2.742 tripulantes. Tan sólo 30 barcos de la modalidad de cerco, empleaban a 756 tripulantes.

Por no hablar de los recortes en el número de barcos que operaban en los caladeros marroquíes al final de la prórroga del acuerdo que acaba de precipitarse esta semana: 119 pesqueros con licencia, de los que 100 eran españoles. En 1980, en esos mismos caladeros, faenaban 1.062. Cinco años más tarde, tan sólo 756. En 1990, su número ya había bajado a 632, en 1995 tan sólo se contabilizaron 434 y cuando en 1999 finalizó el hasta ahora penúltimo acuerdo con Marruecos, el número de pesqueros españoles había quedado reducido a 397. En veinte años, entre 1980 y el nuevo milenio, las toneladas de registro bruto presentes al sur y al norte de Cabo Noun bajaron de 144.349 a 54.329.

Esa reducción también afectó, claro, a Barbate: en 1988, su flota contaba con 301 barcos que empleaban a 3.713 marineros. En 1995, registraba 222 con 2451 tripulantes. En 199, oscilaba entre 176 y 187 con 2.171 pescadores a bordo. Luego, las licencias pasaron a 33 cuando su límite se situaba en 1.300 toneladas de registro bruto, por lo que las embarcaciones se iban turnando en dichos caladeros. En la actualidad, tan sólo quedaban 21 licencias para Barbate y apenas 40 para Andalucía. ¿Qué se hizo de las bulliciosas lonjas del amanecer? Habrá que buscarlas en Marruecos, no sólo en El Aaiún, sino en Agadir, Casablanca, Rabat o Tánger. En ese mismo periodo, el sector pesquero marroquí ha crecido exponencialmente y en el mismo operan ya numerosas empresas españolas y andaluzas que han logrado reconvertirse a tiempo y participar en la explotación de dichos recursos a través de empresas mixtas y el régimen del partenariado, cuando no bajo contrata directa de firmas pesqueras marroquíes.

La no renovación del acuerdo con Marruecos en 1999 ya obligó a amarrar la flota que faenaba allí, lo que obligó, en parte, a reubicar parte de las naves en el sobreexplotado litoral peninsular. En gran medida, la pesca andaluza emigró. O bien hacia otros caladeros o introduciéndose en el sector pesquero marroquí.

Pero lo de Barbate merece mención aparte. Allí, la población se encuentra otra vez entre la espada y la pared, nada nuevo a bordo si se tiene en cuenta que con tantas crisis puntuales, la ciudad vive en una crisis crónica: el paro galopante -5000 personas en una población de 2000-, la corporación sin recursos, los funcionarios sin cobrar y una tradicional economía sumergida que ya no ofrece ni siquiera alternativas a los antiguos busquimanos pone a la población entre la espada y la pared. Durante los últimos treinta años, los barbateños sabían que pendía una espada de Damocles sobre su economía y que el hilo que la sostenía, el de la pesca, podría romperse en cualquier momento.

Hubo tiempo para buscar alternativas a ese monocultivo, pero no hubo suficientes ganas. Como acaba de analizar Juan Manuel Vera Borja en las páginas de este mismo periódico, nadie se explica qué poderosos intereses del Ministerio de Defensa siguen provocando cortocircuitos importantes en el planeamiento urbanístico de este término municipal, que apenas ha podido beneficiarse, por ejemplo, de los recursos turísticos con que cuentan, en sus aledaños, Tarifa, Zahara, Vejer o Conil. Por no hablar del sector pesquero, anclado en Marruecos y en el Golfo, sin otros horizontes viables, por no hablar de un sistema de producción y de pago de salarios a capricho en muchos casos de los armadores. Sobre esta última cuestión, sin embargo, no se pronunció en esta ocasión el Parlamento Europeo.