Soldados egipcios desvisten y golpean a una joven manifestante en la plaza Tahrir de El Cairo. :: REUTERS
MUNDO

El Ejército egipcio agrava la violencia

Los militares arrasan las tiendas de la plaza Tahrir mientras la junta y el Gobierno niegan una represión que ha causado ya 9 muertos

EL CAIRO. Actualizado: Guardar
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El Ejército egipcio volvió a demostrar ayer que es incapaz de controlar las chispas de violencia que se vienen produciendo desde la revolución que tumbó a Hosni Mubarak, y que su torpe actuación no hace sino agravar la tensión que se vive en el país. Por segundo día consecutivo, soldados y manifestantes se enfrentaron violentamente en los alrededores de la plaza Tahrir y el Consejo de Ministros, en unos disturbios que ya han causado 9 muertos y más de 350 heridos.

A primera hora de la tarde de ayer, el Ejército levantaba, con ayuda de una grúa, un muro de hormigón en la calle Qasr al-Aini, que une la plaza Tahrir con los edificios gubernamentales y donde han tenido lugar la mayor parte de los disturbios en las últimas 48 horas. Poco antes, las tropas habían entrado en la glorieta arrasando con todo a su paso. Quemaron las tiendas de campaña y las pancartas que se levantaban, desde el mes pasado, en los jardines de la plaza, llenando el centro de El Cairo de un humo negro y espeso.

A porrazos, y devolviendo las pedradas sin control alguno, los militares persiguieron a los manifestantes por todas las salidas de la plaza, atizando a veces arbitrariamente a los viandantes. Cuando ya no quedaba nada por quemar y la plaza comenzaba a llenarse de curiosos, los militares recibieron aplausos y abucheos por igual, una muestra de la división de la sociedad egipcia sobre el papel de Ejército en la transición.

La violencia se originó el pasado viernes al intentar desmantelar la Policía militar, según los manifestantes, el campamento de protesta instalado a las puertas del Consejo de Ministros y el Parlamento egipcio hace tres semanas, poco antes de que se iniciaran los comicios legislativos en el país. Los activistas, que exigen a la junta militar que abandone el poder y deje de interferir en los asuntos políticos del país, se habían trasladado a este emplazamiento desde la plaza Tahrir después de los violentos enfrentamientos que el mes pasado dejaron más de 40 muertos.

Pruebas de los abusos

En su habitual burbuja de realidad paralela, tanto el Gobierno como la junta militar volvieron a negar ayer que las fuerzas de seguridad hubieran utilizado violencia alguna contra los manifestantes. Los militares lanzaron piedras contra los opositores desde varios edificios gubernamentales, pegaron repetidamente a opositores desarmados y acurrucados en el suelo, arrastraron por el pelo o por la ropa a manifestantes, llegando a desvestir al menos a una joven velada, e incluso irrumpieron en pisos de los alrededores de Tahrir alquilados por canales de televisión para confiscar cámaras o tirarlas por los balcones. De todos estos abusos hay numerosísimas pruebas gráficas y testimonios de activistas, observadores y periodistas, pero el discurso oficial seguía ayer la senda de la negación.

«El Ejército en ningún momento ha usado armas de fuego», aseguró el primer ministro, Kamal Ganzuri, en una rueda de de prensa, a pesar de afirmar que al menos 18 personas habían recibidos disparos. Entre ellos se encuentra el clérigo Emad Effat, secretario general de Dar el Ifta (la institución oficial encargada de las fatuas o edictos religiosos), que murió de un tiro en el pecho. Su funeral ayer en la mezquita de Al-Azhar convocó a miles de personas, que marcharon pacíficamente hasta la plaza Tahrir en repulsa de la violencia ejercida por las fuerzas de seguridad.