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LA INMOLACIÓN DE LOS PESCADORES ANDALUCES

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Nuestro Parlamento Europeo es una burla viviente del principio democrático, que Europa no consigue interiorizar a nivel comunitario. La situación de África, con sus olvidadas guerras civiles, sus dictadores vitalicios, tampoco ha llamado la atención del Parlamento Europeo. hasta el pasado miércoles, en que los setecientos prohombres que se sientan en el gran hemiciclo llegaron a la conclusión de que el imperio de los grandes derechos humanos, el derrocamiento de todos los autócratas, requería la inmolación de los pescadores andaluces. La salvación del mundo exigía que los atemorizados trabajadores de Barbate, atenazados por el miedo a un desempleo seguro, fuesen convertidos en punta de lanza para herir la sensibilidad del vecino sátrapa marroquí, que expolia las riquezas naturales de los saharauis sin darles nada a cambio. Por supuesto que resulta emocionante que alguien, en la reconcentrada Europa, se acuerde del Polisario, evoque el exilio de un pueblo sometido por la arrogancia marroquí, etc. Pero es una ironía del destino que, después de tantos años de silencio doloso, de eludir con buenas palabras la respuesta al lamento saharaui, la bofetada a Mohamed VI haya tenido que darse en el rostro curtido de los pescadores de Andalucía. No hubo forma de prevenir el desaguisado, de salvaguardar el interés de quienes menos culpa tienen en el conflicto. Esta ha sido la prueba de que el Parlamento Europeo, ausente de la opinión pública, tan sólo se hace audible cuando desbarra.