MISTERIO

Un fantasma en cada esquina

El escritor José Manuel Serrano Cueto hace un viaje por el 'Cádiz oculto' en su nuevo libro

Cádiz Actualizado: Guardar
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Un piano que suena cuando su intérprete ya ha fallecido, sonidos de cadenas y muebles que cambian de lugar, pasos y estruendos en fincas abandonadas, espíritus que quieren redimir sus pecados. Cádiz guarda una intrahistoria en cada esquina, en cada rincón. En plazuelas y fincas decimonónicas. Algunas leyendas son bien conocidas en la ciudad, otras no tanto. Relatos que erizarán el vello de los más escépticos. Por primera vez, un escritor recopila en un libro las historias más truculentas de una ciudad trimilenaria. 'Cádiz oculto', la nueva obra del escritor gaditano José Manuel Serrano Cueto ofrece al lector la posibilidad de adentrarse en la cara más paranormal y extraña de la ciudad.

Su autor, recién llegado de Madrid, nos conduce a algunos de los lugares que aglutinan más desafíos a la ciencia. Del Callejón del Tinte a la calle de La Palma, de Puertas de Tierra a la Divina Pastora. Cádiz guarda relatos de monstruos, posesiones, casas encantadas, espíritus e incluso alienígenas.

Pese a considerarse algo escéptico, Serrano Cueto reconoce que los testimonios de algunos vecinos le han hecho tragar saliva más de una vez. Los más escalofriantes, los de los trabajadores del antiguo Hospital de Mora. Pero esa es una historia bien conocida. Descubramos otras menos populares pero igual de terroríficas. No obstante, no todas provocan miedo, las hay que encierran grandes pasiones e incluso tiernos reencuentros.

Primera parada, el callejón del Tinte. Cuenta el escritor gaditano que a finales del siglo XVIII, tres muchachos solían atravesar por la noche esta estrecha calle de camino a los bares y tabernas del centro. Cada noche, arrodillada frente a una hornacina de la Virgen de los Remedios, una mujer que ocultaba el rostro rezaba en silencio. Cada vez que los chicos pasaban la encontraban allí y un día uno de ellos se armó de valor y decidió hablar con ella. Los otros dos se quedaron esperándole en la Plaza Mina. Pasaron los minutos y el joven no volvía y sus amigos empezaron a inquitarse. Al fin, decidieron ir en su busca y comprobaron horrorizados que su colega yacía muerto en el suelo y no había rastro de la mujer.

El muchacho recibió sepultura sin conocerse con certeza la causa de su muerte y de la extraña señora, no se supo más. «Los amigos llegaron a la conclusión de que ella era la misma Muerte, que esperó la ocasión oportuna para llevarse al joven», asegura Serrano Cueto. Como esta leyenda, el autor gaditano ha recogido decenas en su nuevo volumen, que presenta el viernes en la Asociación de la Prensa.

En la calle Sagasta, frente a la iglesia de la Pastora, había una finca que su dueño no conseguía alquilar. «Todos los que lo hacían, salían pitando a las dos noches». Finalmente, el arrendatario lo ofreció gratis y un albañil convenció a su mujer y se mudó al edificio. «Una noche se le presentó el fantasma de un indiano que le contó que vino de América con mucho dinero». Se había enamorado de una gaditana que le traicionó, lo que agrió su carácter para siempre. A partir de entonces, «comenzó a prestar dinero y a reclamarlo de malas manera, en definitiva, a tratar mal a todo el mundo». No obstante, aquella noche, el espíritu le confesó al albañil que guardaba unos cofres bajo una losa del patio. «Le dijo que uno se lo quedara, pero que el otro lo distribuyera entre los más pobres». Una forma de redimir sus pecados del pasado.

La Viña también guarda historias paranormales y extrañas. Una de ellas ocurrió en la calle República Dominicana, donde vivía una niña que tocaba maravillosamente el piano. Un día, la desgraciada contrajo una enfermedad que le causó la muerte. No obstante, con ella bajo tierra, su familia y vecinos siguieron escuchando por la noche el piano de la joven. «Asustadas, la madre y la hermana fueron a ver a una pitonisa que les mandó realizar una misas para que la pobre niña pudiera vivir en paz».

Ovnis y marcianos

«Dicen que Cádiz tiene cierto atractivo para los alienígenas...», arranca José Manuel Serrano Cueto su capítulo dedicado a los contactos con extraterrestres. Cuenta el escritor que el 28 de febrero de 1969, muchas personas vieron sobre La Caleta un curioso objeto luminoso que se movía a gran velocidad. Una década más tarde, otro ovni fue divisado sobre las azoteas de la ciudad. Además, el escritor recoge el relato de Jesús Borrego, ufólogo gaditano que aseguraba haber tenido una experiencia con un extraño ser. No obstante, a la historia que dedica más atención es a la del cráter de la Bahía, plasmado en una foto aérea en los años ochenta. Una imagen que hizo verter ríos de tinta y especular acerca de su posible origen extraterrestre.