Las ambulancias ocupan parte de la plaza Saint-Lambert, la concurrida zona comercial donde tuvo lugar el ataque. :: MICHEL KRAKOWSKI / AFP
MUNDO

Masacre en el corazón de la Navidad belga

Un joven condenado por ocultar un arsenal militar mata a 5 personas y hiere a otras 120 en Lieja

BRUSELAS. Actualizado: Guardar
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Por estas fechas, Lieja es una de las ciudades más visitadas de Bélgica. Su tradicional mercado navideño, el más grande del país, atrae a miles de personas que buscan adornos para sus hogares, especialmente las conocidas bolas para el árbol elaboradas a mano. Ayer, esta idílica estampa se transformó en un día de luto y sangre, con familias presas del pánico huyendo a la carrera. Un exconvicto de 33 años, Nordine Amrani, convirtió el centro de la urbe en un infierno al atacar a los transeúntes con granadas y un 'kalashnikov'. En total, cinco personas perdieron la vida y 123 resultaron heridas. Amrani, detenido hace cuatro años con un auténtico arsenal militar, se suició de un disparo en la cabeza.

La tragedia ocurrió poco después del mediodía en la plaza Saint-Lambert, uno de los espacios que acogen el mercado de Navidad en el corazón de Lieja. A esa hora, cientos de personas habían salido a tomar el almuerzo, aprovechaban para realizar unas compras o se dirigían al cercano Palacio de Justicia. Amrani, un soldador que residía en una calle cercana, apareció entonces en escena. Desde uno de los puntos altos de la glorieta, lanzó cuatro granadas contra la principal parada de autobús. Acto seguido, vació un cargador de su fusil semiautomático contra la multitud, según relataron los medios locales.

El horror y el caos se apoderaron de Lieja, ubicada a un centenar de kilómetros de Bruselas junto a las fronteras con Alemania y Holanda. Muchos viandantes habían escuchado las detonaciones y corrían en busca de un lugar seguro. La Policía apareció instantes después y, pistola en mano, ordenó a la gente que se refugiara en los comercios y cafeterías próximas. En ese momento, se hablaba de que los agresores eran hasta cuatro y que los agentes, respaldados por helicópteros y una unidad de elite, habían intercambiado disparos con uno de ellos. Incluso se especulaba con que el ataque fuera una estratagema para ayudar a escapar a un delincuente trasladado al Palacio de Justicia.

Samuel, de 24 años, se encontraba en la plaza cuando sucedió todo. «Escuché dos fuertes explosiones. Entonces, corrí y vi a un tipo que disparaba con un gran fusil», explicó al diario 'Le Soir'. Pese a la angustia, el joven ayudó a una madre y su hija a encontrar la protección de un policía. Los fallecidos no tuvieron esa oportunidad. Dos de ellos, dos adolescentes de 15 y 16 años, acababan de realizar un examen en su colegio. Entre las víctimas también se encontraba otro muchacho de 20 años y una mujer de avanzada edad. El periódico francófono, que citaba fuentes médicas, agregó a la lista de fallecidos un niño de 23 meses que durante toda la jornada se debatió entre la vida y la muerte.

«Conocido de la Justicia»

Horas más tarde, la ministra de Interior, Joëlle Milquet, empezó a componer el puzzle de los hechos. Nombrada la semana pasada junto al resto del Gobierno tras 18 meses de crisis política, Milquet indicó que el asesino había actuado en solitario y que «ninguna información confirma un vínculo terrorista». El burgomaestre de Lieja, Willy Demeyer, precisó que Amrani era «un conocido de la Justicia, notablemente por asuntos de drogas». Las principales autoridades belgas, entre ellas el rey Alberto II y la reina Paola, se desplazaron a Lieja, que cuenta con 190.000 habitantes, para ofrecer su apoyo a los familiares de las víctimas.

El retrato de Amrani, que se pegó un tiro con revólver, se fue conociendo a lo largo del día. Aunque todavía no se han aclarado sus motivaciones, el asesino tenía una cita con la Policía a primera hora de la mañana a la que no acudió. Al parecer, la visita a comisaría estaba relacionada con una investigación distinta a la que le costó tres años de cárcel. En 2007, el joven fue detenido por tenencia de armas. Los agentes le arrestaron después de encontrar en un taller de su propiedad un verdadero arsenal militar. Amrani ocultaba un lanzacohetes, un AK-47, un fusil de alta precisión con mira láser y cientos de cartuchos.

Durante su investigación, la Policía descubrió que su afición por las armas iba todavía más lejos. Al parecer, fabricaba sus propios silenciadores y disponía de 9.500 piezas pertenecientes a todo tipo de armamento. En el juicio, Amrani no aclaró ni la procedencia del arsenal ni el uso que le daba. El asesino también fue condenado por el cultivo de 2.800 plantas de cannabis, la pista inicial que llevó a los agentes hasta las armas. Ayer, los medios locales ya se preguntaban cómo ha sido posible que pudiera acceder de nuevo a pistolas y fusiles tras una sentencia semejante.