Ali A., acusado de haber pilotado la embarcación, es conducido al interior de la Audiencia. :: M. GÓMEZ
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Los acusados por el naufragio de Zahora alegan que pagaron por embarcar

Los cuatro marroquíes, para los que se piden 135 años de prisión por la muerte de diez compatriotas, niegan ser los pilotos de la patera

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Dos historias que beben de un mismo origen coincidieron en la jornada de ayer. Por un lado, en Tarifa, 31 personas llegaban a puerto sanas y salva, rescatadas por Salvamento Marítimo mientras cruzaban el Estrecho en la enésima patera. Apenas dos horas después, en la Audiencia Provincial se juzgaba a los supuestos responsables de otro viaje similar, ocurrido hace dos años y medio, que terminó en tragedia frente a la playa de Zahora (Barbate) cuando naufragó una barca de siete metros de eslora con cuarenta personas procedentes de Kenitra, al sur de Marruecos. Solo diez sobrevivieron y se rescataron los cadáveres de otros diez.

Los 'pateros' los obligaron a saltar por boda cuando estaban a punto de tocar tierra en Barbate y después, volcaron la barca. Uno de los ellos, llamado Hassam y considerado el patrón de la embarcación también murió en el naufragio. A los otros seis se les detuvo a lo largo de los dos años siguientes. Se les acusa de un delito contra el derecho de los ciudadanos extranjeros y otros diez de homicidio por cada uno de los ahogados.

La vista oral celebrada ayer ya se había suspendido el pasado 7 de noviembre, porque uno de los abogados defensores había renunciado a representar a su cliente. Y ayer el juicio estuvo a punto de no celebrarse, pues los letrados intentaron llegar a un acuerdo con la Fiscalía.

Solo dos lo alcanzaron: Noureddine Belabd y Rahal Bechick reducirán la pena de cárcel de diez años a solo cuatro, a cambio de admitir los hechos. A ellos no se les imputan los homicidios, pues no iban en la patera. Su misión era esperar a los inmigrantes en tierra para trasladarlos en coches y furgonetas hasta Murcia. Fueron detenidos en 2010, cuando Rahal acudió a identificar el cadáver de Hassam y la Guardia Civil comenzó a investigarle.

A los otros acusados, en cambio, un acuerdo de conformidad les servía de poco o nada. La Fiscalía pide para cada uno 135 años de prisión. Aunque tuvieran una rebaja, tendrían que cumplir igualmente la pena máxima de 30 años. Sus abogados han pedido finalmente la absolución.

Tres de ellos -Abdelkarim E., Adil E. y Khalid D.- fueron detenidos el mismo día del naufragio, cuando huían campo a través cerca de Zahora. Algunos de los supervivientes los identificaron como los 'pateros' que los arrojaron al agua. Pero ellos negaron ayer la mayor y contaron que también habían pagado los 1.000 euros que costaba embarcar desde Marruecos hasta Europa. Unos pasajeros más. Abdelkarim y Adil son primos y Khalid era del mismo pueblo, cerca de Kenitra. Según contaron ayer, conocieron a Hassam cuando éste visitó el pueblo y supieron que «ayudaba a trasladar a gente a España». Regatearon el precio, pero no fue posible. Tiempo después los trasladaron hasta una casa en otra ciudad, donde esperaba desde hacía días el resto de tripulantes. Los montaron en un camión y los llevaron a la costa, donde embarcaron. Según ellos, los tres se sentaron juntos y, a pesar de lo duro del viaje, fueron charlando en tono amigable. Uno de sus abogados llegó a sugerir que, quizá por eso, «los confundieron con 'pateros'».

En todo caso, las defensas jugaron otras cartas para intentar exculpar a sus clientes: insistían ayer en que llegaron a la costa andando, no nadando, y que el agua les llegaba por la cintura. Es decir, que si arrojaron a los otros inmigrantes al mar, fue cerca de la orilla, y no en mitad del mar. ¿Por qué hubo entonces tantos muertos? No es su labor aclararlo.

Por su parte, el último acusado (Ali A.) negó incluso haber llegado a España en aquella patera. Según él, cruzó El Estrecho en otra embarcación que arribó a Cádiz meses antes -no concretó cuándo- y que también fue patroneada por un tal Hassam. Sin embargo, a él no lo señalaron los supervivientes del naufragio, sino los otros marroquíes con los que compartía banquillo y hasta esposas.

Tres de ellos lo identificaron un año después del naufragio como una de las personas que manejaban la patera aquel fatídico 28 de junio de 2009. Ali trató de defenderse diciendo que aquellos hombres (uno de ellos, familiar suyo y otro conocido del pueblo) querían vengarse de él, porque estaban «enemistados de antiguo por un asunto de tierras». Además, su abogado defensor levantó dudas en torno a sus declaraciones, pues eran «idénticas, casi calcadas».

«Como sardinas en lata»

El resto de la sesión de ayer se dedicó a leer y reproducir los vídeos con las declaraciones de los supervivientes de aquella tragedia. En esas grabaciones, pocos se atrevían a delatar a los 'pateros', pero sí desvelaban algunos detalles sobre las penurias del viaje: por ejemplo, cómo les golpearon en Kenitra cuando algunos se negaron a embarcar y les amenazaron durante el trayecto con lanzarlos al agua. Uno recordaba que no le dejaron comer en la barca y que al llegar a unos 200 metros de la costa, los obligaron a bajar. «Al patrón solo les importaba el dinero, no la vida de los demás», «íbamos como sardinas en lata», contaban dos de los inmigrantes, cuyos recuerdos servirán como testimonios. El juicio continúa hoy con la declaración de diversos guardias civiles y está previsto que quede visto para sentencia.