LEER MENÚS
Actualizado: GuardarLo reconozco, cuando en el buzón de mi casa cae el anuncio con la carta del asador de pollos de la esquina, me lo leo entero. Me apasionan especialmente dos de los capítulos del «libro», el de las ofertas, sobre todo cuando incluyen aritos de cebolla empanaos y el de los sandwiches, en el que siempre sueles encontrar algo estridente, no sé uno de pollo con Nocilla o cosas así.
Yo creí que esta pasión mía por leerme los menús de los bares y de los asadores de pollos era algo propio de mi obsesión por todo lo que tenga salsa pero he descubierto con gran alegría que somos muchos y muchas los que tenemos esta afición. Si hay gente que lee novelas de misterio, nosotros nos dedicamos a leernos estas «novelas cortas» en las que sin duda alguna, hay mucha fantasía y hasta el final no se descubre si el tocino de cielo lleva o no lleva nata.
Dime tú si nos es fantasía hablar de delicias de ternera en milanesa con patatas puente nuevo, para que luego te veas venir en el plato un bisté empanao con papas fritas, algunas incluso con el pecho tatuado, más que con el nombre de mujer con el nombre de Procosur.
Otro caso de relato fantástico: la brocheta de lomos de mero en tempura con hongos a la provenzal, que traducido resulta perca del Nilo del Mercadona partía a taquitos y rebozá, alterná con champiñones de lata hábilmente ensalsados con ajito y perejil. Lo malo es cuando al cocinero se le olvida quitarle el caldichi de la lata a los champiñones y la salsa tiene «un toque mineral».
Me encantan esos comienzos con consomé de ave. Qué forma más poética de nombrar al caldo del puchero y las delicias con aromas de ibéricos, magnífico juego de palabras para definir de forma creativa unas croquetas sin ná, porque el aroma ya sabe lo que significa, que huele, pero no está. El ibérico le lanzó a la croqueta un besito de lejos y allí se quedó.
Fijaté que lo mío es vicio que el otro día, después de leerme un suplemento entero de menuses navideños no quise ni comé, porque me había quedado harto, para que luego digan que la cultura no alimenta. Ya que este año no convía nadie por lo menos nos conformaremos con jartanos de leernos los menuses.