Cae el capo de la Camorra
Michele Zagaria, jefe del clan de los Casalesi, era buscado desde hace 16 años y se ocultaba en un búnker subterráneo de su pueblo
Actualizado: GuardarItalia ha dado caza al mafioso más buscado desde que cayó Bernardo Provenzano, el gran jefe de Cosa Nostra, en 2006. Michele Zagaria, de 53 años, buscado desde 1995 y capturado en un búnker subterráneo de su pueblo, es el capo más temido de otra de las grandes organizaciones criminales italianas, la Camorra, asentada en Nápoles y su región. Aunque a menor escala, el líder del clan de los Casalesi, de la comarca de Caserta, está rodeado de una aureola similar, la del último de los padrinos de una época. Ahora solo queda Matteo Messina Denaro, de Cosa Nostra. De Zagaria se cuenta una historia que no se sabe si es cierta: en una ocasión tuvo una reunión de negocios sentado en un lujoso salón mientras acariciaba un tigre encadenado a su lado. Son guiños a 'Scarface', la película de Brian de Palma con Al Pacino, que a veces son literales, pues su predecesor al mando, Francesco Schiavone, 'Sandokan', se construyó una mansión igual que la de la película.
Zagaria, alias 'Capastorta' (Cabeza torcida), tenía otras peculiaridades que le diferenciaban del resto de camorristas. Era lo más parecido a un padrino de la Cosa Nostra siciliana, en su estilo y su mentalidad, pues creció en los 80 en el clan de los Casalesi guiado por otra leyenda mafiosa, Antonio Bardellino, el primer jefe de la Camorra en afiliarse a la Mafia de la isla y que se impuso brutalmente en la región. Zagaria dirigía una estructura piramidal y cerrada, con férreas reglas y complicidades en la política. De hecho, tras la detención de Antonio Iovine, el otro gran capo de la 'cosca', los Casalesi quedan descabezados. Zagaria era un señor de la cocaína, pero prohibió a los suyos que la consumieran. El castigo era pasar una noche en una pocilga con cerdos hambrientos. Aunque alguna vez él probaba la droga, dio a uno de los suyos un consejo que había oído a un cura: «Haz lo que digo, no lo que hago».
Era solitario, reservado, muy desconocido y sin familia. No se le conocen ni amantes. Es una dura opción de vida que se impuso de forma monástica porque ha visto caer a todos los mafiosos a través de sus parientes. Pero su potencia no deriva de una fama sanguinaria, no es conocido como un gran 'killer', sino de ser un auténtico hombre de negocios, con un imperio económico infiltrado en todos los sectores de Italia. De la construcción, las obras públicas y los trenes de alta velocidad a la gestión de las basuras. Extiende sus tentáculos por todo el país, hasta Milán. Es el protagonista del terrible mundo criminal que dio a conocer 'Gomorra', el libro de Roberto Saviano.
'Cabeza torcida' fue detenido ayer, al alba, en un agujero a cuatro metros de profundidad, un refugio de 20 metros cuadrados bajo una casa. Se repiten los detalles vistos tantas veces en la lucha contra la Mafia. Zagaria, de 53 años, no estaba en ningún lugar exótico, sino en su pueblo, Casapesenna, un municipio de 6.000 habitantes. De hecho, oficialmente, consta allí como residente. Siempre es así porque es en su territorio donde los capos pueden contar con la red de 'omertà' necesaria para vivir en clandestinidad, y porque tampoco se pueden alejar de él, pues alguien podría ocupar su puesto.
Tampoco opuso resistencia y hasta abrió él mismo la compuerta secreta de acceso a la Policía, en el suelo de una habitación, una vez que se vio rodeado y con la casa tomada. Temía ahogarse porque los agentes habían cortado la electricidad y por tanto el sistema de aireación del refugio. Era la vivienda de una familia del pueblo, bajo vigilancia desde hace tiempo. Los capos suelen rotar por hogares de su zona, que les hospedan. Hace un año y el pasado abril ya hubo dos redadas en sendas casas del pueblo, pero Zagaria no estaba allí. Aunque también tenían búnkeres que alguna vez le escondieron. Por eso la Policía se presenta con excavadoras para despanzurrar el terreno a toda velocidad, pues suelen contar con túneles de fuga.
El escondrijo de ayer sorprendió porque era sofisticado y de alto nivel tecnológico. Tenía ordenador, televisión y un circuito de cámaras para vigilar el exterior. «Tuvo que diseñarlo algún experto en sistemas de seguridad», señaló un responsable de la Policía. Un espectacular despliegue de 500 agentes que registró 53 inmuebles llegó al lugar al seguir una pista que indicaba la presencia de Zagaria. En el caso de los grandes capos es casi imposible la captura sin un soplo. Lo difícil no es tanto localizar un escondite como saber en qué momento el fugitivo está en él. Esta vez estaba, y no funcionó la red de información con 'topos' en la Policía que le permite huir en el último segundo.