Sigmar Gabriel, Frank-Walter Steinbrück y Peer Steinmeier, posibles candidatos del SPD para enfrentarse a Merkel. :: AFP
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El SPD se lanza a la conquista de la clase trabajadora para desalojar a Merkel

Sigmar Gabriel se postula como favorito entre los socialistas para luchar por la cancillería alemana

BERLÍN. Actualizado: Guardar
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Si los aplausos miden la popularidad de los políticos y reflejan el estado de ánimo de las bases, ningún militante de partido socialdemócrata alemán se opondría a una nueva candidatura de Helmut Schmidt, el militante más famoso del partido. El excanciller de 92 años cosechó el domingo pasado una triunfal ovación con un discurso que no dejó indiferente a nadie. Criticó sin piedad la política europea de Angela Merkel, advirtió acerca de los temores que reinan en Europa sobre la dominación alemana en el continente y pidió más solidaridad con los países afectados por la crisis del euro.

El discurso de Schmidt inauguró un congreso de tres días en Berlín que tenía como objetivo definir la estrategia del partido para reconquistar el poder en 2013. Sigmar Gabriel, al igual que Schmidt, cosechó el lunes una cerrada ovación cuando prometió que el viejo SPD volvería a gobernar. Para vencer a sus rivales, Gabriel prometió defender los intereses de la clase trabajadora y definió la meta para ganar las elecciones: ocupar y ganar el centro izquierda de la sociedad germana. Los aplausos que recibió revivieron la posibilidad de que el actual jefe del partido decida ser el candidato para desafiar a Merkel en 2013.

Ayer fue el turno de Peer Steinbrück, el exministro de Finanzas del Ejecutivo de gran coalición, hijo político de Schmidt y un militante admirado, temido y odiado en su propio partido. Steinbrück no esconde sus deseos de ser candidato y la totalidad de la prensa germana considera que es el más idóneo para derrotar a la actual canciller, siempre y cuando su partido lo apoye. Cuando el exministro culminó su discurso, con el que debía fortalecer su opción para ser designado candidato a canciller, el entusiasmo casi nulo demostrado por los delegados dejó al desnudo que las bases del viejo SPD no comparten sus puntos de vista.