Zapatero recupera la sonrisa
Abrumadora mayoría del PP en los actos institucionales, pleno de UPyD, sonora minoría del PSOE y boicoteo nacionalista y de IU Su relajación contrasta con la profunda seriedad de Rajoy y Rubalcaba
MADRID. Actualizado: GuardarJosé Luis Rodríguez Zapatero estaba feliz en el acto conmemorativo de la aprobación de la Constitución. Por primera vez en mucho tiempo el aún presidente del Gobierno sonreía, departió dicharachero con unos y otros, se hizo fotos con todo el mundo, hasta una con la camiseta del Barça. Parecía haberse quitado de encima la losa de la responsabilidad. No rehuía la conversación con nadie. Charló en tono cordial con Mariano Rajoy y hasta se tomaron una cerveza juntos. Mantuvo un animado corrillo en el que no faltaron las carcajadas con viejas glorias socialistas como Alfonso Guerra, Gregorio Peces-Barba y José Montilla. No se le vio, en cambio, en compañía de Alfredo Pérez Rubalcaba o Carme Chacón, quizá porque quiere llevar al extremo su neutralidad en la disputa por su sucesión al mando del PSOE. «Me voy con la conciencia tranquila», comentó en uno de los apartes.
Todo un contraste con el rostro serio y el tono a media voz de Rajoy. Acosado por tierra, mar y aire por una multitud que quería hablar a toda costa con el próximo presidente del Gobierno para felicitarle o para lo que fuera, se mostró siempre circunspecto. No se prestó a las bromas, y solo volvió a ser el de siempre cuando fue consultado sobre el Real Madrid-Barcelona del sábado. «Tres a uno», dijo rotundo como el consumado merengue que es.
Era la viva imagen del hombre abrumado por la que se le viene encima. Apenas esbozó una sonrisa al hablar de sus futuros ministros. «No he hablado con nadie y el que diga algo hace quinielas», apuntó con ligera socarronería. Todas sus conversaciones giraban sobre lo mismo: euro, deuda, Merkel, Sarkozy, paro, Bruselas, reformas.
Si Rajoy estuvo serio, Rubalcaba estuvo casi huraño. Entró en el Congreso a escondidas, eludió los micrófonos, aunque luego se lo debió pensar e hizo unas breves declaraciones. Cuando la barahúnda de informadores se le echó encima para saber si aspira ser el líder del PSOE despejó el balón fuera del campo y se negó a hablar del asunto. Charló un rato con Rajoy, de Europa en exclusiva, según dijo, y con algunos más, pero estaba incómodo, como con ganas de irse cuanto antes.
Multitudinaria
Alrededor de los tres protagonistas bullía un mundo de gente. Fue la recepción más nutrida de los últimos años. Entre la multitud la gran mayoría era popular. Había decenas de diputados y altos cargos del PP por un puñado de socialistas, Gobierno aparte. Los cinco parlamentarios de UPyD, con Rosa Díez al frente y el actor Toni Cantó de reclamo estelar, también se dejaron ver. Hasta seis presidentes autonómicos acudieron, cuatro del partido de Rajoy, los de Aragón, Galicia, La Rioja y Castilla-La Mancha, más los de Asturias y Canarias. Tampoco faltaron seis expresidentes del Congreso y del Senado, que se quedaron después a comer invitados por Bono. Almuerzo que también disfrutaron Zapatero y Rajoy. Hasta el veteranísimo Santiago Carrillo con sus 97 años se acercó un año más a la cámara.
Era tal el gentío que el amplio salón de Pasos Perdidos se quedó pequeño. Había corrillos en los pasillos, salas adyacentes y hasta el hemiciclo se vio invadido. Ante semejante aglomeración la ausencia de los nacionalistas y de IU no se notó en términos numéricos aunque sí políticos. A los habituales plantones del PNV, Esquerra Republicana y BNG, se sumó este año CiU, que faltó por primera vez desde 1978. No estuvo ni se esperaba a nadie de Amaiur. Sorprendió, en cambio, la deserción de IU que siempre ha festejado la Constitución. Su líder, Cayo Lara, se acercó a la cámara para explicar que no acudía porque PSOE y PP han «devaluado» la Carta Magna con la reforma exprés de julio. Y con las mismas se fue.